REINO UNIDO

El ‘KateGate’ o cómo gestionar una polémica más de los Windsor: unos supervivientes

Paco Lorente, profesor de ESIC University, analiza cómo La Firma está gestionando la información sobre Kate Middleton.

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Royal drama and conspiracy theories explained

El ‘KateGate’, como se ha dado en llamar a todo el asunto que rodea la salud de Kate Middleton desde que el Palacio de Kensington emitiese un comunicado en enero para informar de la operación abdominal programada de la princesa de Gales sin ofrecer más detalles al respecto (con, tras el alta hospitalaria, dos fotos no oficiales escasamente nítidas y otra oficial manipulada chapuceramente), solo es una polémica más dentro de una familia de supervivientes: los Windsor.

Y es que, sin ir muy lejos, poniendo el foco solo en los contemporáneos, no llegan los dedos de las manos para encontrar ejemplos de permanencia, empezando por la propia Isabel Bowes-Lyon, a la sazón, la reina madre, que con su Dubonnet con ginebra diario pasó de los 100 años (101, para ser más exactos). Después llegaría aquel día en que su hija, Isabel II, ya siendo reina, tardó más de una semana en ir a mostrar su apoyo a Aberfan (Gales), donde una avalancha azotó al pueblo minero, y golpeó al colegio Pantglas; allí murieron 116 niños y 28 adultos sepultados y asfixiados bajo la masa de lodo, escombros y piedras. Eso sí, mandó antes a su marido, Felipe de Edimburgo, quien también era conocido por salirse del tiesto con sus ácidos chistes a representantes de otros países, por los que fue acusado de racismo.

Llevamos tres muestras, así a bote pronto, para que el lector no pierda la cuenta. Y volvemos al racismo (4), que fue aquello que alegaron el príncipe Enrique y su esposa, Rachel Meghan Markle, para quejarse de cómo les trataban en privado el resto de los miembros de la familia real, lo que les llevó al Megxit (5) y a despacharse a gusto en las memorias Spare (En la sombra) y con Oprah Winfried (6). Es más, el duque de Sussex, antes de serlo, era muy aficionado a las fiestas, y le vimos desnudo (7) y hasta con una chaqueta con una esvástica (8).

Enrique, asimismo, tiene pasado militar, como su tío Andrés, quien apareció en la lista del agresor sexual Jeffrey Epstein (9), razón por la cual fue apartado de sus funciones públicas como miembro de la familia real. Él más pequeño de los cuatro era el hijo favorito de Isabel II, y estuvo casado (y siguen conviviendo) con Sarah Ferguson, a quien cogieron pidiendo dinero por su posición (10) y fue fotografiada mientras su amante le chupaba un pie (11).

Y si de amantes va la cosa, recuérdense aquellos regalos de Chanel que se intercambiaban los ahora reyes y antes infieles a sus respectivos (12): Carlos III y Camila. El logo de la marca eran sus iniciales. Unos cuernos que la entonces ingenua lady Di descubrió y no tardó en denunciar públicamente (13). De ella también se decía que tenía un amigo entrañable, un jinete, que podría ser el padre del pequeño de sus dos hijos (14). Y una amiga tenía Kate Middleton en Rose Hanbury hasta que trascendió que compartía más cosas con el príncipe Guillermo (14), incluso el San Valentín del año pasado (15)…

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Tiremos del freno y volvamos al ‘KateGate’. Echando la vista atrás, lo que está ocurriendo con Kate Middleton solo es otra polémica más (bien es cierto que también un caldo de cultivo para todo tipo de teorías de la conspiración), de la que, no lo ponga en duda el lector, los Windsor saldrán indemnes. Así lo corrobora Paco Lorente, profesor de ESIC University.

Sin estrategia

“En realidad, esta polémica es una más. Es decir, si la casa real, en este caso, o la figura de Kate Middleton, en particular, vinieran de una trayectoria que fuera positiva, que estuviera muy cercana a la gente, que tuviera una comunicación más o menos correcta, quizá no se hubiera pasado por alto. Pero esta es solo una nueva polémica que se suma a todas las demás. Y al oscurantismo que está siguiendo esta marca”, analiza el experto en gestión de imagen.

Asimismo, apunta a que, si de verdad tuviesen una estrategia de comunicación, se darían cuenta de la importancia del contexto. “Ella está ausente y la opinión pública está muy pendiente de cada uno de los movimientos que hacen los miembros de la familia. Hay que tener muy claro cómo son el contexto y el entorno que nos rodean para actuar de una forma u otra”.

“Por lo tanto, para este tipo de fotografías retocadas, y de tan mala manera, nunca va a ser el momento, pero este es el menos apropiado de los que puede haber. Hay una falta de estrategia. Tanto de marca personal, de Kate Middleton como futura reina, como de la casa real en general. No vemos una estrategia de comunicación clara”, explica Lorente.

Y apunta también a cómo en cuestión de semanas, con su oscurantismo y meteduras de pata, han volado por los aires la reputación de quien era conocida como la joya de la corona. “Se ha perdido la imagen de esa aparente cercanía, esas sonrisas que se construían alrededor de Kate Middleton, y más siendo una figura que venía del pueblo, plebeya. Y la transparencia, también vital en marcas de este tipo”.

¿El error? “Se ha intentado salir a sofocar la polémica con esas cuatro líneas de Kate Middleton diciendo que había retocado la instantánea del Día de la Madre ella misma, como fotógrafa amateur, pero ¿dónde está la foto original? Hasta la respuesta a esa polémica no tiene estrategia”, explica. “Es mejor no hacer nada que hacer esto”, zanja.

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