Pablo López: "Le metí un 'winner' a Rafa Nadal pero fue sin querer"
Pablo López, además de polifacético músico y artista incansable, también tiene alma de tenista. De niño estuvo en el circuito local en su Málaga natal antes de cambiar la raqueta por el piano. En plena gira por España se cita con AS para hablar de crecer en la música, de Juanito y del Madrid, porque es "madridista y boquerón". Ni la pandemia le frena.
La música se vive o no se vive y Pablo López (Fuengirola, 1984) la vive tanto que tiene que sacarla de dentro como sea. De tocar en los bares de su Fuengirola querida a poner su talento compositivo en voz de artistas como Pablo Alborán, Malú y Raphael, de tutelar futuros talentos La Voz a recorrerse estadios con su piano a cuestas, este malagueño no para un segundo ni cuando está de gira, como es el caso. La empezó en Palma de Mallorca y en un hueco se escapó a cruzar raquetazos (es muy aficionado al tenis)... con Rafa Nadal. No ahorra energías ni en eso. "Le metí un winner y me puso cara de Nadal", confiesa en tono pícaro.
Se cita con AS en una azotea de la madrileñísima Plaza de Santa Ana. Hace sol, se le ve cansado de tanto trajín pero a la vez relajado. Listo para recibir pelotas. Sobre la mesa, su pasión por la música, los Nadal-Federer, cómo quemar un piano hasta convertirlo en cenizas y Juanito, el genio de Fuengirola. Porque la tierra tira.
-¿Eres tan torbellino, tan revoleras como parece?
-Sí (ríe), debería intentar para un poco, pero no me sale. Cuando paro, lo hago con ganas. Agarro un buen sofá o una buena cama y parezco un reptil, ahí tirado 24 horas. Es un suerte tener la oportunidad en estos tiempos extraños de no parar, de seguir actuando ante la gente. Es un privilegio.
-Se decía al principio de esta pandemia que de aquí saldríamos mejores personas... pero lo que sí está claro es que saldremos apreciando aún más el placer de la música en vivo.
-Puedo dar fe de ello. La primera toma de contacto con el público fue en Palma de Mallorca. Mira que llevo siete años dando conciertos, pero nunca he visto tanto amor, tanta euforia. Hay ganas, muchas ganas. Es más, ese día tuvo que recordarme mi equipo, que es maravilloso, que me frenase para no bajarme a abrazar a la mitad del público. Pero es un quid pro quo. Si antes un concierto era una comunión entre el artista y su público, ahora es aún más una fiesta.
"¿El tenis? De alguna manera tenía mi madre que frenar el coñazo de niño que era yo. No todo iba a ser aporrear pianos"
-Hace poco te vimos, en tus redes sociales, en una pista de tenis cruzando pelotas... con Rafa Nadal. Me han chivado que eres muy aficionado al tenis y que todo empezó en un club, el Buggy, en tu Málaga...
-¡Sí, sí! ¡Qué fuerte! (ríe). Ahí están mis orígenes tenísticos. De alguna manera tenía mi madre que frenar el coñazo de niño que era yo. No todo iba a ser aporrear pianos. Me soltaba ahí y estábamos todo el día mi hermano y yo lanzando drives...
-De aquello a pelotear con Rafa Nadal...
-¡Quién me lo iba a decir! Que de aquello iba a terminar cambiando pelotas un día con el mejor.
-Y le lanzaste un winner.
-¡Fue sin querer! (ríe). Estaba tan nervioso que creo que aceleré más de la cuenta. Me puso cara de Nadal. Ya en serio, fue súper amable. Tiene una academia en Manacor maravillosa y nos abrió las puertas. Aquel día también tuve concierto y fue una sobredosis de emociones.
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-Estuve en la selección de Taiwan de balonmano... Ya en serio. Yo nunca entendí la música como algo que hicieran los mayores para trabajar, tocaba y tocaba porque es lo que me gustaba. Gané algún partididito con el tenis, estuve en el circuito, pero lo mío era tocar.
-Con tus primeros ahorros montaste un bar bautizado con el prefijo telefónico de Fuengirola. Cuando se habla de esa localidad, a los futboleros nos viene siempre un nombre...
-El de Juan Gómez Juanito, por supuesto. Es muy querido en mi pueblo. Me sigue pareciendo surrealista que el público del Bernabéu cante su nombre en el minuto 7, los aficionados del mayor club del planeta. Es una pasada.
-Como él, madridista y boquerón, por lo que intuyo.
-Sí, sí. Hemos tenido unos cuantos. Fernando Hierro, Isco... Siempre lo he pasado muy bien con el fútbol.
-Volviendo al tenis, no sé si has podido leer 'Open', la descarnada biografía de André Agassi donde habla de la presión que sufrió para llegar a la élite y la dureza del deportista de élite. ¿Hay paralelismos con la vida del músico? ¿Pagáis esos peajes psicológicos?
-No la he leído pero me la han recomendado muchísimo, estoy loco por echarle un ojo. Vivir siempre fuera de casa es parte de la idiosincrasia del músico, también es parte de cómo es, de la bohemia. La presión mediática, los viajes... entiendo que el tenis es muy ingrato. Es un deporte muy individual que creo que genera mucha soledad tanto dentro como fuera de la cancha. Todos esos añadidos en una cabeza... Me imagino a los tenistas profesionales en el torneo de Montecarlo sin tener que ir, no van a ir al Casino.... Los músicos sí que iríamos al Casino. Esa diferencia sí la hay (risas). En el caso de Agassi, aunque tuvo la gran carrera que tuvo, tengo entendido que su padre era muy... Digamos que si empiezas así, está jodida la cosa.
-¿Qué va a ser de nosotros cuando se acaben los Nadal-Federer?
-No quiero ni pensar cuando se termine esta tricefalia, con Rafa, Roger y Djokovic. Hablando con mi hermano sobre la historia de la ATP llegamos a la conclusión de que nunca en la historia de la ATP habían tenido que convivir tres bestias así. ¿Qué pasará? No quiero ni pensarlo, ¡me acabas de amargar el día! (risas).
-No era mi intención... Por cierto, muchos futbolistas dicen no se sabe si desde la verdad o desde el postureo que les gusta más dar el pase del gol que marcarlo. ¿Prefieres componer para otros o plasmar esas canciones tú mismo?
-Tener la fortuna de que haya artistas que ejecutan con tanta belleza lo que pasa por mi cabeza es una pasada, pero nada es comparable a poder cantar algo que es una vivencia pura. Es el fin del desahogo, cuando puedes expresarte de una manera pura y directa. Que me gusta mucho rematar a mi vera, vamos.
-Junto con Amaia habéis vuelto a reivindicar el salir al escenario en solitario con un piano, a lo Elton John.
-Sí, sí. La gente ha entendido esa manera de expresarme. Toco ese mueble de 1,87 metros que al fin y al cabo hace de barrera entre tú y ellos. Eso puede hacer que la relación se cueza a fuego lento. La putada es que con un piano no te puedes ir a la playa y ligar con una chavala (risas). Recuerdo que mis dos primeros años me iba a todas las radios cargando un teclado que terminé con la espalda destrozada. De hecho culpa de eso tuve que sacrificar el tenis, estuve sin poder jugar durante un tiempo. Pero merece la pena.
Vinilos desde las cenizas
-Ahora que lo mencionas, a fuego lento se coció, más bien se quemó, el piano que tocas en el videoclip de La niña de la linterna...
-¡Es verdad! (ríe). La idea surgió dentro de mi equipo creativo. Este último disco (''Camino Fuego y Libertad') representa un paso, una mirada hacia el interior, aceptarse a sí mismo y continuar. La manera de representarlo es La niña de la linterna, que es un momento de impasse en el disco. Representarlo con el fuego, que purifica. La putada es que no veas el miedo que pasé grabándolo, porque lo tenía delante y oía saltar las cuerdas por la tensión... Las de una raqueta tendrán 27 ó 28 kilos de tensión, las de un piano, unos 7.000 kilos. Me dio mucha pena quemarlo, porque el pobre estuvo cuatro horas ardiendo, pero fue un ejercicio maravilloso de pasar página. Con todas esas cenizas las repartimos entre 200 vinilos que fabricamos.
-¿Lo mas difícil es llegar o mantenerse?
-En la música solemos escuchar esta frase tópica de 'aprovecha el momento'. ¿Pero de qué? Yo no me he salido del momento en ningún momento, valga la redundancia. Lo que hay que hacer es no perder la cabeza, ni el camino, no decepcionar a tu público y sobre todo tener inquietud, seguir buscando la utopía.
-¿El público se sentirá decepcionado si algún día paras de hablar y hablar durante tus conciertos?
-Seguro. Es verdad que un día lo intenté. Probé y el público, al ver que no decía nada, me riñó (risas). Lo de hablar es porque cuando tocaba en los bares tenía que contarle a la gente una historia entre canción o canción porque si no, ni puñetero caso me hacían. Así me prestaban atención y ¡bum!, les colaba la canción. También lo hago porque siento tanta euforia y me siento tan querido, que tengo que decírselo cada dos por tres. Y si puedo regalarles algo de mi vida, se lo regalo.
El Tie-Break
-Si pudieras elegir, como en La Voz, cinco deportistas para montar un equipo... ¿quiénes serían?
-Rafa Nadal, Juanito... A mi equipo no les iba a faltar garra, eh. Me encantan Messi y Sergio Ramos también. Y Djokovic. ¡Para meter a esos cinco en una habitación de hotel! (ríe).
-¿Para componer una buena canción es mejor tener un buen saque o trabajarse poco a poco el punto?
-Hay que sacar muy fuerte, en todo, aunque haya que pedir el Ojo de Halcón. Luego el peloteo, claro. Me gusta un buen peloteo. Me vuelven locos los puntos de cinco minutos.
-Muchos deportistas se ponen música antes de salir al terreno de juego para motivarse. ¿Tú qué escuchas?
"Cuando el equipo de Concha Espina se arranca, pasan cosas... Es cuestión de mentalidad"
-No sé... sí que tenemos un piano en el camerino y veces tocamos canciones. El otro día tocamos 'Carrie' de Europe. Somos de ese tipo de temas.
-Punto de oro. ¿Quién ganará la Liga?
-Cuando el equipo de Concha Espina arranca, pasan cosas... Le veo que va p'alante. Es una cuestión de mentalidad. Lo lógico era que la ganara el Atleti, pero le han ido dando bocados desde atrás. Al final caerá ahí, en La Castellana. ¿Y la Champions? Pues huele totalmente a Cibeles, sin Cibeles, claro (ríe).
La gira del cantante malagueño seguirá hasta septiembre. Más información sobre la venta de entradas en la web oficial de Pablo López.