MÚSICA

La ridícula cantidad de dinero que pagó The Rolling Stones por su mítico logo

La lengua y los labios rojos de la banda británica no nacieron en el pincel de Andy Warhol, ni se inspiraron en Mick Jagger, ni siquiera hicieron millonario a su creador, un estudiante.

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The Rolling Stones.

Se han cumplido 50 años del nacimiento de uno de los símbolos más reconocibles de la historia de la música: la lengua y los labios rojos de los Rolling Stones. Y no, a diferencia de lo que se ha especulado, semejante icono no nació del pincel de Andy Warhol, ni se inspiraron en Mick Jagger. Su creador era un ‘simple’ estudiante que responde al nombre de John Pasche. Y no se hizo de oro.

 "Yo era estudiante del Royal College of Art de Londres. Estaba en mi último año y los Stones llamaron porque necesitaban que un estudiante les diseñase un póster para la gira”, recuerda Pasche en declaraciones a EFE.

"Querían a alguien que se reuniera con Mick Jagger. Tuve muchísima suerte y fue una completa sorpresa. Quedé con Mick y la verdad es que mis bocetos e ideas no le impresionaron demasiado. 'Puedes hacerlo mejor', me dijo", recuerda.

Mítico logo de la banda británica.
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Mítico logo de la banda británica.John PascheThe Rolling Stones

Una colaboración que ya es historia de la música

Sin embargo, lo que parecía que iba a quedar en una simple anécdota tuvo continuidad tiempo después. “Unos meses después me llamó y me preguntó si les podía ayudar a diseñar un nuevo logo. Mick me invitó a su casa de Londres para hablar del proyecto. No querían un diseño que incluyera su nombre, sino que buscaban algo que fuera reconocible por sí solo. Que se viera y se dijera: Eso es de los Rolling Stones", rememora Pasche.

Finalmente, la propuesta de aquel estudiante fue incrustada en la contraportada del álbum ‘Sticky Fingers’ (1971) y los Rolling Stones pagaron 50 libras (unos 58 euros al cambio actual) a su creador, que obviamente no imaginaba que su logo se convertiría en uno de los más famosos de la historia. Es cierto que en la década de los setenta esa cantidad no tiene las connotaciones actuales pero, aún así, parece escasa. Mucho.