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Cristina Pedroche confiesa su mal momento personal: "Estoy triste y depresiva"

La presentadora ha hablado de cómo le están afectando los últimos meses, las críticas y la situación empresarial que atraviesa su marido.

Cristina Pedroche confiesa su mal momento personal: "Estoy triste y depresiva"

Cristina Pedroche suele presumir en las redes sociales y en la televisión de un envidiable y aparentemente perenne buen humor, con chistes, bailes, bromas y momentos con los que muestra un carácter risueño en el que parece que no hay un resquicio para lo malo. Sin embargo, y como le ocurre a todo el mundo, la madrileña también sufre baches y bajones de ánimo que se ha encargado de confesar desnudando sus sentimientos y hablando sin tapujos.

Y es que cada día tiene que hacer frente a innumerables críticas por su físico, por su ropa, por sus comentarios, por dónde vive, por lo que hace o incluso por lo que no hace. "No soy de piedra. Yo llevo una mochila con muchísimas críticas cada día. Hay un día que estallo, me afecta todo, me planteo que tienen razón y pienso cosas horribles", ha reconocido la presentadora para El Mundo, que se lamenta de haber caído en más de una ocasión en creer que mensajes de cuentas anónimas en Instagram tienen más razón de lo que ella siente.

Pese a todo, ella está feliz con el cuerpo que tiene y que tantas críticas por parte de usuarios en la red: "Yo amo mi cuerpo. Es el que tengo, el que cuido, el que mimo. No me escondo. Lo trabajo muchísimo por dentro y por fuera. Estoy mejor que nunca. Yo me veo divina. He enseñado celulitis y estrías. Nadie me obliga a ponerme una ropa u otra. Yo decido", espetó. Eso sí, no atraviesa su mejor momento.

La pandemia de coronavirus ha golpeado duramente a la hostelería y la restauración y su marido Dabiz Muñoz se ha visto obligado a cerrar su restaurante de Londres, un negocio en el que Cristina también había invertido. "De todo se sale. Es una mierda. Yo estoy triste y depresiva porque es una mierda. Pero lo importante es la actitud", continuó.

Cristina se ha convertido en toda una experta en normalizar cosas y en retirar la etiqueta de tabú a aspectos, objetos o situaciones que no la requieren. Lo ha hecho con la menstruación, asegurando que en el instituto le pasaban los támpax "como si fueran droga", o con las bolas chinas, muy útiles para fortalecer el suelo pélvico: "Suenan como porno, pero no tienen nada que ver", insistió.