Miguel Bosé y Nacho Palau firmaron una tregua veraniega en plena batalla judicial
La pareja rompió hace un año y sus hijos no han podido verse a menudo después de vivir juntos durante más de ocho años.
Un año después de su mediática ruptura, Miguel Bosé y Nacho Palau se encuentran en uno de sus mejores momentos después de haber mantenido un trato cordial en los últimos meses con una tregua por el bienestar de los hijos que tienen en común. Después de 26 años de relación, muchos de ellos llevando su historia de amor en secreto, el cantante y su ex han conseguido llegar a un acuerdo de custodia compartida para el cuidado de sus cuatro pequeños, que se criaron juntos durante más de ocho años.
Tal y como publica El País, durante el verano la pareja se ha organizado para contar con sus hijos durante una semana cada uno, disfrutando de ellos lógicamente a partes iguales. Bosé se trasladó a principios de junio desde México junto a Tadeo y Diego, sus hijos biológicos, para encontrarse con Ivo y Telmo y convivir todos juntos en un chalé de Pozuelo de Alarcón con todas las comodidades que ofrece la posición del cantante con todo su personal contratado.
Este nivel de vida habría sido muy diferente en el caso del escultor, según cita una fuente al mencionado medio. Así, Palau se los habría llevado a la casa de su madre en Chelva (Valencia) para que disfrutaran y se diviertan de una manera más sencilla y sobre todo mucho más libre.
Sin embargo, los horarios del verano han facilitado la posibilidad de que se vieran más a menudo para entregarse a los pequeños, por eso ahora este periodo de paz podría haber llegado a su fin. La vuelta al cole y los compromisos profesionales de sus padres hacen muy difícil que puedan verse de forma tan habitual, y más cuando unos viven en México y otros en España. Es por ello por lo que durante el último año casi todas sus conversaciones han tenido que ser por videollamada.
Por el momento, Miguel Bosé y Nacho Palau todavía se encuentran en una batalla judicial por una compensación alimenticia que solicita el escultor para los dos pequeños que viven con él. Pretende que sean reconocidos los cuatro niños como hermanos con los mismos derechos, con independencia del origen biológico de cada uno de ellos. La vista está prevista para finales de año, aunque en caso de recurrir, el desenlace podría no darse hasta dentro de varios meses.