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Serena Williams se confiesa y deslumbra con una sensual portada en 'Harper´s Bazaar'

La tenista protagoniza el nuevo número de la revista, para la que ha escrito un largo ensayo abordando su controversia en el pasado U.S. Open.

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Serena Williams se confiesa y deslumbra con una sensual portada en 'Harper´s Bazaar'

"A los 17, gané mi Primer Gran Slam y supe que tenía más dentro de mí": así comienza la pieza en primera persona que la reina absoluta del tenis femenino, Serena Williams, ha publicado en 'Harper´s Bazaar'. La estadounidense, que ayer se colocó a solo dos pasos de poder lograr su octavo título en el Torneo de Wimbledon, pone rostro y desnudez (tanto figurada como literal) a la edición de agosto del célebre medio norteamericano. Una edición que viene además de la mano del color oro, muy apropiado para teñir el retrato y las confidencias de una de las mejores jugadoras de la historia.

La pieza escrita por Williams viene a añadirse a una sesión fotográfica y dos portadas, en las que aparece una Serena en actitud más poderosa y espléndida que nunca captada por el objetivo del reputado fotógrafo Alexi Lubomirski. En una de ellas, la tenista aparece vestida con un traje de brillantina dorado sonriendo con seguridad a la cámara. En la otra, mucho más atrevida, Serena sale de cuerpo entero y de espaldas, llevando una capa reluciente que deja al descubierto parte de sus nalgas.

La controversia del U.S. Open

En el artículo interior de la revista, Serena firma un texto en el que reflexiona acerca del famoso y polémico episodio que protagonizó durante su participación en la final del último U.S. Open, en septiembre de 2018. En aquel partido, que la enfrentó a la japonesa Naomi Osaka (que acabaría llevándose la victoria), la estadounidense perdió sonadamente los papeles con el árbitro, al que llegó a insultar y acusar de penalizarla "por ser mujer". Y haciendo ahora retrospectiva, Serena confiesa que aquel supuesto 'arrebato' desencadenó una serie de implicaciones de gran importancia para ella.

"Me sentí derrotada y faltada al respeto por un deporte que amo", manifiesta la tenista, que narra cómo, al volver a su hogar en Florida tras el campeonato, pasó noches sin dormir inquiriéndose una y otra vez las mismas preguntas: "¿Por qué no puedo expresar mis frustraciones como todo el mundo? Si fuera un hombre, ¿estaría en esta situación? ¿Qué me hace tan diferente? ¿Es porque soy una mujer?". La estadounidense reconoce que aunque trató de poner fin a estas tribulaciones metiéndolas dentro del saco de la experiencia y el aprendizaje vital, no podía librarse de la sensación de que, en esta particular ocasión en el U.S. Open, había sucedido algo que iba más allá de lo anecdótico.

"¿Me equivoqué dando un paso al frente? ¿Por qué cuando una mujer se apasiona se la etiqueta como emocional, loca e irracional, pero cuando lo hacen los hombres estos son vistos como apasionados y fuertes?": estas fueron las nuevas preguntas que le surgieron en la segunda fase de su larga meditación sobre el asunto. Y su preocupación era tal que admite que acabó necesitando ver a un terapeuta, y que finalmente, llegó a la conclusión de que la única manera de poder dejar el problema atrás era "pidiendo perdón a la persona que más lo merecía".

La respuesta de Naomi Osaka

Así que Serena, como detalla ella misma en el artículo, envió un mensaje a Naomi Osaka en el que, al margen de disculparse y de reiterarle sus felicitaciones por el triunfo, también le escribió lo siguiente: "Pensé que estaba haciendo lo correcto defendiéndome. Pero no tenía ni idea de que los medios nos harían enfrentarnos la una a la otra. Me encantaría tener la oportunidad de revivir ese momento".

Y fue la respuesta de Osaka la que, según cuenta Serena, le ayudó a poner las cosas en perspectiva. "La gente puede confundir el enfado con la fuerza porque no saben diferenciar entre ambos. Nadie se ha defendido por sí mismo como tú lo has hecho y tienes que seguir abriendo la senda" fue la contestación de su adversaria japonesa.

El intercambio hizo que Serena decidiera que nunca dejará "de levantar la voz contra la injusticia", como no piensa achacarse ante el empeño de la sociedad por impedir que las mujeres "tengamos emociones" o "seamos apasionadas". "Es una vergüenza que nuestra sociedad penalice a las mujeres por ser ellas mismas", afirma también en el artículo.

En uno de los párrafos finales, la deportista hace un último alegato a través de una recapitulación de los motivos que le han impulsado a querer mantener esta postura de desafío: "Me han llamado de todo. Me han avergonzado por mi cuerpo. Me han pagado menos por mi sexo. Me han penalizado en un partido de una final importante por expresar mi opinión o gruñir demasiado alto... Y estas son solo las cosas que se ven en público. En definitiva, nunca ha sido fácil. Pero luego pienso en la próxima chica por venir que se vaya a encontrar en la misma situación que yo, y pienso: 'A lo mejor, solo a lo mejor, mi voz podrá ayudarla'".