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TENIS | US OPEN

Raducanu, un año después

La británica, tras sorprender al mundo logrando el US Open la temporada pasada, ha vivido un curso difícil. Sólo 15 victorias, cuatro entrenadores...

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Raducanu, un año después
USA Today SportsUSA TODAY Sports

De la nada, rompiendo todos los pronósticos y un puñado de récords. Hace poco más de un año, en sólo dos semanas, Emma Raducanu se adjudicó una página de la historia del tenis. El 12 de septiembre de 2021, se proclamaba campeona del US Open con 18 años, siendo la novena ganadora más joven de la historia de un major y la primera en lograrlo desde la previa. Era su segundo Grand Slam y, hasta dicho momento, sólo había disputado seis partidos en el circuito WTA. Llegó a Nueva York con tres victorias en su currículum y salió con trece. Tres, para alcanzar el cuadro principal; siete, para coronarse. Stefanie Voegele, Shuai Zhang, Sara Sorribes, Shelby Rogers, Belinda Bencic, Maria Sakkari y, en la final del futuro, Leylah Fernández. Sin perder ningún set. Un antes y un después. Una supernova que, sin embargo, ha perdido mucho brillo.

Raducanu pasó de ser la 150ª del mundo a la 24ª y, de un plumazo, se convirtió en una estrella, tanto dentro como fuera de las pistas. Ya había avisado en Wimbledon, donde tuvo que retirarse en octavos ante Ajla Tomljanovic, pero ganar un grande eleva a otra dimensión. Sobre todo, cuando acompaña una precocidad tan exagerada. Fue nombrada mejor jugadora joven por la WTA, recibió premios de la BBC, la ESPN o los Laureus y las marcas se apartaban entre ellas para poder pasar por su puerta. Esta misma semana, la revista Forbes cuantificaba sus ganancias desde el éxito en Flashing Meadows, que la sitúa entre las tenistas mejor pagadas del año. En total, 3,1 millones de euros en torneos y 18 fuera de ellos.

Y eso que los resultados no han acompañado. La tenista británica, de padre rumano, madre china y nacida en Toronto, sólo ha ganado 15 partidos de los 34 que ha jugado desde su éxito en Estados Unidos, enlazando victorias sólo en cuatro ocasiones. 20 derrotas, ningún trofeo más y cuatro entrenadores en menos de un año. Tras Wimbledon, dejó a Nigel Sears y se marchó con Andrew Richardson. Tras el US Open, repitió operación para caminar brevemente de la mano del español Esteban Carril. Después, llegó Torben Beltz y, ahora, entre críticas, entrena bajo la batuta de Dimitry Tursunov. “Si me llama ahora temeré porque no sabes cuando serás despedido”, había declarado con anterioridad el técnico ruso, que llegó a ser top-20 del mundo.

Una alegría antes del desafío

Un año complejo que, la próxima semana, afrontará su momento más decisivo. Raducanu, 11ª del mundo, defenderá sus 2.000 puntos. Un reto mayúsculo que, en el ranking, puede tener grandes implicaciones (tiene 2.765 créditos en total). Antes de ello, la británica ha podido coger algo de aire. En Cincinnati, no firmó un torneo excelente, pero sí cosechó dos victorias de prestigio. Y muy contundentes. En menos de 24 horas, venció a Serena Williams (6-4 y 6-0) y a Victoria Azarenka (6-0 y 6-2), perdiendo sólo seis juegos en total. “Ni demasiado bien ni demasiado mal. Sólo estoy tratando de mantenerme en un camino estable, porque siento que sólo he estado en los extremos”, valoraba antes de caer en el Masters 1.000, ante Jessica Pegula. “Cuando tienes éxito a una edad temprana, tienes que estar muy agradecida. Ha sido un año difícil, pero he aprendido mucho”, ya había anticipado, siguiendo la misma línea, en Toronto.

Volver donde empezó todo mezclará emoción, confianza y, también, peligros. Justine Henin, exnúmero uno del mundo, lo analizaba esta misma semana en Eurosport. “No nos podíamos esperar eso hace un año, pero fue aire fresco para el circuito, como Leylah. Creo que se sentirá aliviada cuando este US Open quede atrás. Cómo va a lidiar con eso, ya lo veremos. Podemos suponer que no va a ser tan fácil, pero este deporte está lleno de sorpresas”, detallaba, pidiendo calma. “Veremos qué tipo de jugadora es. No lo podíamos decir después del US Open del año pasado. No lo sabemos. Necesitábamos ver más. Ahora mismo, tampoco lo podemos juzgar aún”, culminaba. Raducanu cierra el círculo.