Shang y el porqué del boom del tenis chino
Desde hace un año, jugadores del gigante asiático aparecen en el tenis masculino, siguiendo a sus compatriotas del femenino. España ha influido en el éxito.
Las jugadoras chinas llevan décadas compitiendo a buen nivel en el tenis femenino. Aunque ninguna ha alcanzado el éxito que tuvo en su día Li Na, ganadora de dos Grand Slams (Roland Garros 2011 y Open de Australia 2014) y ex número dos del mundo (está en Melborune), en este momento hay siete en el Top-100 que entraron en el cuadro principal del Open de Australia: Qinwen Zheng (15ª), Lin Zhu (32º), Xinyu Wang (36ª), Xiyu Wang (60ª), Yue Yuan (61ª), Zhuoxuan Bai (87ª) y Yafan Wang (94ª).
Pero hasta hace poco más de un año, no había apenas rastro de sus compatriotas en el circuito masculino. Ahora hay tres cada vez más cerca de la élite: Zhizhen Zhang (54º), Yibing Wu (119º) y Juncheng Shang (140º), invitado a sus 18 años por el Grand Slam oceánico y único superviviente en la tercera ronda. Este sábado se enfrentará a Carlos Alcaraz. Más abajo aparece, con 21 y 170º, Yunchaokete Bu.
¿Por qué el tenis masculino chino asoma la cabeza ahora? Entre otras cosas, porque desde hace un tiempo hay más pistas, competiciones y entrenadores en los vastos territorios del gigante asiático, según refleja un artículo escrito por Robert Davis para la ATP.
“Desde el 2000, China ha invertido mucho en tenis y en entrenadores”, confirma Nahúm García, quien fue entrenador de Yibing Wu desde los 10 a los 17 años. “Eso ha cambiado la mentalidad. Antes no tenían cultura de jugar tenis a nivel nacional, ahora se están creando circuitos locales y competiciones entre ciudades”. Se trata de un deporte minoritario que apenas se juega, excepto en las ‘universidades del deporte’, que fichan a los jugadores que destacan, les dan un sueldo por practicar diversos deportes. “Fuera de eso no hay nada, excepto academias muy costosas en ciudades importantes como Pekín y Shanghái”, comenta García.
“En China la gente no juega y no sabe qué es el tenis. Predominan otros deportes de raqueta, como el bádminton o el ping pong. Por eso son muy pocos los que juegan y tienen que recorrer muchos kilómetros para hacerlo, pero tampoco hay público”, completa.
Por ello, son decisivas para el crecimiento las conexiones con otros países, como las que forman Pekín y Bradenton (Estados Unidos) y Shanghái y España. Las academias de estos países se han fijado en el potencial de sus tenistas, como ocurrió en el caso de Qinwen Zheng, que tras formarse en Wuhan y Pekín terminó en Barcelona con Pere Riba como entrenador, con quien vuelve a trabajar desde el pasado mes de diciembre tras una breve separación durante la cual el catalán hizo campeona del US Open a Coco Gauff.
El denominador común de los tenistas chinos de élite es salir del país. “Shang se fue a Estados Unidos, Wu vino a España, Zheng a Barcelona. Cuando salen fuera es cuando tienen la oportunidad, por eso son diferentes”, confirma García.
En 1993 Desmond Tyson, extenista australiano, acudió a China en una misión de buena voluntad entre gobiernos para ayudar al equipo de este país y formar a nuevos técnicos. Se encontró una situación precaria (“Encordaban las raquetas con hilo de pescar”), pero una materia prima interesante y ganas de invertir en alto rendimiento y en importación de talento extranjero que añadir al que aportaban exjugadores chinos como Ze Zhang y Mao-Xin Gong.
Allí estuvo el español Juan Manuel Esparcia, que entrenó al equipo de Pekín de 2014 a 2016. “A lo largo de los años, el tenis chino se ha desarrollado enormemente en todas las áreas del tenis de alto rendimiento, desde entrenadores hasta preparadores físicos y fisioterapeutas”, contó a atptour.com.
García declara: “China, en general, es un país que se guía por lo económico. Los padres de los jugadores de esta generación veían que el tenis movía mucho dinero”. De ahí la inversión. “Ahora se sigue invirtiendo en ello, se ha avanzado en circuitos locales, por ejemplo. Creo que va a haber un boom también a partir de aquí”. Ahora, el tenis chino masculino tiene otro impulso: el de los referentes masculinos. “La diferencia entre las chicas y los chicos es que ellas tenían a Li Na. Los hombres no contaban con mucho apoyo”, cree García.
Preferencia por la pista rápida
Todos ellos destacan por tener un estilo de juego característico: “Son jugadores de pista rápida y con golpes muy directos”. Nahúm añade: “En China no hay pistas de tierra y entrenan, sobre todo, en cubierto por las bajas temperaturas, por eso la adaptación a tierra es complicada para ellos”.
La primera perla surgida de este impulso que llamó poderosamente la atención fue Wu (Hangzhou, 24 años), que se convirtió en el primer ganador de un torneo ATP en la Era Open (desde 1968), cuando alzó el trofeo la temporada pasada en Dallas. Había sido número uno júnior y entró en el Top-60. Antes había llegado a la tercera ronda en el US Open, pero el pasado mes de septiembre tuvo unos problemas de corazón que le hicieron parar. Antes de trabajar con el chipriota Marcos Baghdatis y con el sudafricano Wayne Ferreira, Wu estuvo en Madrid, con García.
Zhang (Shanghái, 27 años) tomó el revelo y se ha colocado muy cerca del Top-50. Hace unos días, en la United Cup, ganó al checo Lehecka. Y el año pasado hizo cuartos en Madrid y semifinales en Hamburgo. Le prepara el taiwanés Yen-Hsun Lu. “Estoy feliz de poder atraparlas (a las tenistas chinas). Aunque estoy muy lejos, todavía trató de hacerlo, lo cual es bastante difícil, hay un largo camino por recorrer. Zheng está delante de mí”, advierte Zhang.
Tras ellos llega ahora Shang (Pekín, 18 años), apodado Jerry, que acaba de ser semifinalista en Hong Kong. Le entrena el argentino Martín Alund. “Shang es muy joven, está evolucionando mucho”, afirma García de la nueva figura del tenis floreciente chino.
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