Djokovic sufre y se venga de Musetti para volver a cuartos

Tras apagar una versión sumamente brillante de Lorenzo Musetti, este jueves, Novak Djokovic accedió a sus décimos cuartos de final en el Masters 1.000 de Montecarlo, los primeros desde 2019. El serbio, que tiró de practicidad a falta de un mejor tenis, se impuso al italiano, en trance durante muchos momentos, para orquestar una venganza sufrida (7-5 y 6-3 en 1h58). El año pasado, también en octavos de final, Musetti, de 22 años y 24º del mundo, fue el verdugo de Nole en un torneo que, pese a celebrarse en uno de sus lugares de residencia, no ha sido amable con el balcánico estas últimas temporadas, con una afinidad con el público mejorable, como se volvió a demostrar. Esta vez, sin embargo, el número uno del mundo prevaleció para medirse este viernes (sobre las 15:00, por Movistar Deportes) con Alex de Miñaur (25 y 9º), que ganó a su compatriota Alexei Popyrin (24 y 46º) por 6-3 y 6-4 en 1h15.

Durante siete juegos, Musseti pareció un jugador inalcanzable. Hasta para Djokovic, que endulzaba aún más la dolce versión del italiano a base de errores atípicos en él (12 no forzados en la primera manga, 19 en total). Desde el fondo, principalmente, el italiano hacía correr a un Nole cohibido, desesperado y hasta desorientado. Lejos de ser una debilidad, el revés a una mano de Lorenzo manejaba los tiempos de un primer parcial con un punto de inflexión claro. Con 4-3 y 40-0 para el transalpino, break arriba, aparecía el hombre orquesta. Djokovic discutía con Mohamed Lahyani, que venía de sufrir a Daniil Medvedev, por una bola que había visto fuera y, tras ello, movía los brazos a modo de director musical, como tantas otras veces, para retar al público. En ese juego, llegó la primera rotura del partido para Nole, que estuvo 4-2 abajo.

Con la igualada (4-4), cambió el signo de un partido en el que el talento de Musetti, omnipresente hasta entonces, ya sólo apareció a ramalazos. “Hubo un pequeño intercambio con el público con 4-3 y 40-0 y, desde entonces, cambió la dinámica. Él (Musetti) perdió un poco la concentración. Fue el mejor jugador en los siete primeros juegos, hizo un gran tenis. Jugó muy buenos tiros y me hizo correr, pero esto es tierra batida y, obviamente, las cosas pueden cambiar de lado muy rápido. Un break no es una gran ventaja en esta superficie en comparación con otras. En el segundo set, estoy contento por haberme mantenido fuerte y agresivo en los momentos ajustados”, analizó tras el partido un Djokovic que siguió sufriendo, pero de otra forma.

Magia contra experiencia

Los ganadores de Musetti (18 en total) empezaron a marcharse por milímetros y el italiano, que dejó varios puntos para la galería, se subió a una montaña rusa en la que Djokovic, pese a mostrar signos de debilidad física por el calor (hasta temblores), determinó la dirección. El serbio rompió de salida y respondió con dos contrabreaks (para poner el 3-1 y el 5-3) muy crueles. Cuando la magia de Lorenzo amenazó con reaparecer, la experiencia de Novak golpeó con el doble de fuerza. “Todavía no estoy a mi mejor nivel, pero ha sido un buen test hoy contra un jugador muy talentoso y maravilloso, especialmente sobre tierra. Perdí contra él el año pasado en circunstancias similares. Con el 4-2, me ha vuelto a la cabeza ese partido. ‘Oh, no’, he pensado. Afortunadamente, no se ha repetido el mismo final”, resumió. Djokovic no suele tropezar dos veces con la misma piedra.

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