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Federer, maestro de ceremonias en Dartmouth: “Ganar sin esfuerzo es el máximo logro”

El suizo ejerció de maestro de ceremonias en la graduación de la Universidad de Dartmouth, donde repasó su carrera y la final de Wimbledon 2008 ante Nadal.

Former Swiss tennis player Roger Federer holds a tennis racket as he speaks to students during commencement ceremonies at Dartmouth in Hanover, New Hampshire, U.S. June 9, 2024. REUTERS/Ken McGagh
Former Swiss tennis player Roger Federer holds a tennis racket as he speaks to students during commencement ceremonies at Dartmouth in Hanover, New Hampshire, U.S. June 9, 2024. REUTERS/Ken McGaghKen McGaghREUTERS

Roger Federer vivió este domingo un momento muy especial al ejercer como maestro de ceremonias en el acto de graduación de la promoción de 2024 de la Universidad de Dartmouth. Un acto en el que entre las graduadas se encontraba la hija de su agente, Tony Godsick, graduado también en esta universidad en 1993.

Federer arrancó su discurso con la ilusión que le hizo ser declarado doctor por la Universidad de Dartmouth. “No tenéis ni idea de lo emocionado que estoy. Tened en cuenta que es la segunda vez que pongo los pies en una universidad. La segunda vez en mi vida. Pero por alguna razón me habéis dado un doctorado. He venido aquí a dar un discurso pero me iré a casa como ‘Doctor Roger’. Es un bonito reconocimiento. ‘Doctor Roger’. ¡Este tiene que ser el triunfo más inesperado de mi carrera!”

Un Federer que no dudó en ironizar sobre uno de los hobbies más característicos de la universidad: el beer pong, juego que consiste en encestar una pelota de ping pong en un vaso lleno de cerveza. “Hay una razón por la que estoy aquí y la puedo resumir en dos palabras: Beer pong. O pong, como decís aquí. ¡Me han dicho que se inventó aquí en Dartmouth! Ahora, este deporte... Espera, ¿el pong es un deporte? ¿O es una forma de vida? De todas formas Dartmouth es el Wimbledon del pong. Ha sido un placer trabajar mis golpes con algunos de vosotros y estoy pensando en convertirme en profesional”.

El suizo también confesó que él también es un graduado... pero en el tenis, destacando de nuevo que la palabra retirado suena muy mal para él. “Dejé el colegio a los 16 años para jugar al tenis a tiempo completo. Nunca fui a la universidad... pero me he graduado recientemente. Me he graduado en el tenis. Sé que la palabra es ‘retirado’. ‘Roger Federer retirado del tenis’. Retirado... esa palabra es horrible. Tú no puedes decir que te has retirado de la universidad, ¿no? Suena terrible”.

Federer quiso poner fin al mito del ‘sin esfuerzo’ y destacó que para llegar a su forma de juego hubo mucho esfuerzo detrás. “El ‘sin esfuerzo’ es un mito. Lo sé. Y lo digo como alguien que ha escuchado mucho esa palabra. ‘Sin esfuerzo’. La gente decía que jugaba sin esfuerzo. Muchas veces lo deían como un cumplido pero me frustraba cuando decían ‘¡Ni ha roto a sudar!’ o ‘¿lo está intentando?’ La verdad es que tuve que trabajar muy duro... para que pareciese fácil. He pasado años quejándome, maldiciendo y tirando mi raqueta... antes de aprender a mantener la calma”.

De hecho Federer puso como ejemplo un episodio que vivió en el Masters de Roma cuando empezaba su carrera. “Ese toque de atención llegó al inicio de mi carrera en el Torneo de Roma, cuando un rival cuestionó mi fortaleza mental diciendo: “Roger será el favorito durante las dos primeras horas y luego yo seré el favorito. Me desconcerté pero luego me di cuenta de lo que quería decir. Todo el mundo puede jugar bien las dos primeras horas al estar en forma y ser rápido y estar despejado... Pero después de dos horas tus piernas tiemblan, tu mente divaga y tu disciplina se desvanece. Me hizo entender que tenía mucho trabajo por delante. Luego empecé a entrenar más duro, de forma más difícil, y me di cuenta: ganar sin esfuerzo es el máximo logro”.

‘Su Majestad’ también animó a los estudiantes a creer en sí mismos y les puso como ejemplo una situación que vivió durante las ATP Finals 2003, donde Federer acabó ganando el título. “Llegué a lo más alto porque creí en mí mismo. Pero la creencia en uno mismo hay que ganársela. En 2003 hubo un momento en el que esto se hizo presente. Fue en las ATP Finals, donde se clasifican los ocho mejores jugadores de cada año. Vencí a tenistas a los que admiraba apuntando a sus puntos fuertes. Antes habría huido. Si tenía una derecha fuerte le habría buscado el revés. Pero intenté buscar su derecha, ganar a los mejores tenistas desde el fondo de la pista con golpes profundos, a los ofensivos atacando más a la red. Me arriesgué pero, ¿por qué lo hice? Para ampliar mi juego y ampliar mis opciones, necesitas un arsenal de fortalezas. Si juegas así, ganar es fácil. Pero luego hay días en los que te sientes destrozado porque te duele la espalda, la rodilla, estás enfermo.. y aún así logras una forma para ganar. Y esas son las victorias de las que podemos estar más orgullosos, porque demuestran que puedes ganar no solo cuando estás en tu mejor momento, sino especialmente cuando no lo estás. El talento importa, no os voy a decir que no. Pero tiene una definición amplia y muchas veces no se trata de tener un don, se trata de tener coraje”.

Federer también advirtió a los graduados que, en la vida, no todo van a ser victorias, al igual que en el tenis. “Otra lección es ‘es solo un punto’. Dejad que os lo explique. Tú puedes trabajar más duro de lo que creías posible... y aún así perder. El tenis es brutal. Todos los torneos terminan igual: un tenista recibe el trofeo... y el resto regresan en un avión mirando por la ventana y pensando: ‘¿cómo diablos pude fallar ese golpe?’ Imaginaos que hoy solo uno de ustedes recibe el título. ‘¡Enhorabuena al graduado de este año! El resto, los otros mil, ¡más suerte la próxima vez!’”

Para explicar este hecho, Federer puso como ejemplo su derrota ante Rafa Nadal en la final de Wimbledon 2008 con el significado que tenía el Grand Slam londinense para él. “Yo he perdido y mucho. Una de las derrotas más importantes para mí fue en la final de Wimbledon 2008 que jugué contra Nadal. Muchos dicen que es el mejor partido de la historia. Con todo mis respetos hacia Rafa, pero creo que habría sido mejor si hubiera ganado yo... Perder en Wimbledon fue importante porque ganar Wimbledon lo es todo, salvo ganar el Masters de Pong de Dartmouth en verano de segundo año. He jugado en lugares increíbles por todo el mundo pero cuando caminas a la Pista Central de Wimbledon, la Catedral del tenis, y eres campeón... te das cuenta de la magnitud del momento, no hay nada igual”

Una final en la que Federer admite que Nadal salió con mucha más hambre y donde reaccionó tarde a la hora de remontar. “En 2008 buscaba mi sexto título consecutivo en Wimbledon, un récord, jugaba para hacer historia. No os relataré el partido punto por punto porque si no estaríamos aquí durante horas. Jugamos casi cinco horas. Hubo parón por lluvia, se puso el sol, Nadal ganó dos sets, yo los dos siguientes en el desempate y llegamos a 7-7 en el quinto. Entiendo por qué la gente se queda con el final. Fueron minutos casi sin luz que apenas podía ver las líneas en el césped. Pero si miro atrás... siento que perdí desde el primer punto del partido. Miré tras la red y vi a un tipo que unas semanas antes me aplastó en tres sets en Roland Garros y pensé ‘este tipo tenga más hambre que yo’. Y finalmente logró ganar y quitarme el número uno. Pudo conmigo hasta el tercer set antes de que lo recordara: ‘¡Oye, amigo, eres el cinco veces campeón defensor! Y estás jugando en hierba. Ya sabes lo que tienes que hacer’. Pero reaccioné tarde y Rafa ganó, y fue muy merecido. Hay derrotas que duelen más que otras. Sabía que nunca más tendría la oportunidad de ganar seis Wimbledon seguidos. Perdí Wimbledon, mi número uno y la gente decía: ‘Ha tenido una gran carrera, ¿hay cambio de guardia?’ Pero sabía lo que tenía que hacer: seguir trabajando y seguir compitiendo”.

Por último Federer destacó que hay que aprender a perder, y que eso es lo que forja a los grandes campeones. “En el tenis la perfección es imposible. De los 1.526 partidos que jugué en mi carrera gané el 80 %. Pero os quiero preguntar: ¿qué porcentaje de los puntos créeis que gané en esos partidos? Solo el 54%. Inluso los mejores tenistas ganan apenas más de la mitad de los puntos que juegan. Cuando pierdes cada segundo puntos sueles no concentrarte en el tiro. Te paras a pensar y dices: ‘Está bien, es una doble falta. Es solo un punto. Llegué a la red y me pasaron de nuevo. Es solo un punto. E incluso hice un gran golpe, un revés por encima de la cabeza que sale en el Top-10 de jugadas de la ESPN. Es solo un punto’. ¿Por qué les digo esto? Cuando juegas un punto, es lo más importante del mundo. Esa mentalidad es crucial porque te libera para centrarte en el siguiente, y en el siguiente con intensidad, claridad y concentración. Sea cual sea tu juego en la vida, a veces vas a perder. Un punto, un partido, una temporada, un trabajo... es una montaña rusa, con muchas subidas y bajadas. Y es natural que cuando estés deprimido dudes de ti mismo y sientas lástima. Pero recuerda que tus oponentes también dudan de sí mismos. Pero la energía negativa es energía desperdiciada. Si quieres convertirte en un maestro de la superación de momentos difíciles, eso para mí es la señal de un campeón. Los mejores del mundo no lo son porque ganan todos los puntos. Es porque saben que perderán una y otra vez y han aprendido a afrontarlo. Se acepta. Lloras si es necesario pero luego fuerza una sonrisa. Sigue adelante. Se implacable. Adáptate y cree. Trabaja duro, de forma más inteligente, recuérdalo”.

Por último, Federer quiso aplicar una tercera lección a los graduados de Dartmouth. “Voy con una tercera lección: la vida es más grande que la pista de tenis. Una pista de tenis es un espacio pequeño, 195 metros cuadrados, para paartidos individuales. Trabajé mucho, aprendí muchi corrí muchos kilómetros en ese pequeño espacio, pero el mundo es mucho más grande que eso. Cuando empecé sabía que el tenis podría mostrarme el mundo, pero el tenis nunca podría ser el mundo. Sabía que si tenía suerte podría ser competitivo hasta los 30 años... ¡y hasta los 41!”

Unas ganas de conocer mundo que también hicieron a Federer volcarse en ayudar con aquellos que más lo necesitaban. “Cuando estaba entre los cinco primeros para mí era importante tener una vida gratificante, llena de viajes, cultura, amistades y familia. Nunca olvidé mis raíces y de dónde vengo, pero tampoco perdí el apetito por ver este mundo tan grande. Dejé mi casa con 14 años para ir a una escuela en la parte francesa de Suiza y al principio sentía mucha nostalgia. Pero aprendí a amar la vida en movimiento. Quería viajar por el mundo, pero no solo como turista, sino ayudar a personas de otros países y, junto a mi madre sudafricana, creamos una fundación para empoderar a los niños por medio de la educación. La educación infantil es algo que damos por sentado en Suiza, pero en el África Subsahariana, el 75% no tienen acceso a la educación preescolar. El 75%. Todos los niños necesitan un buen comienzo si quieren alcanzar su potencial. Y hasta ahora hemos ayudado a casi tres millones de niños a obtener una educación de calidad y hemos formado a más de 55.000 maestros. Ha sido un honor y ha sido una lección de humildad. Es un honor ayudar a afrontar este desafío y es una lección de humildad ver lo complejo que es”.

Federer también quiso destacar la importancia de un equipo y, en especial, de su familia durante toda su carrera. “El tenis como la vida, es un deporte de equipo. Sí estás tu solo en tu lado de la red, pero tu éxito depende de tu equipo. Tus entrenadores, tus compañeros de equipo, tus rivales... todas esas influencias ayudan a convertirte en quién eres. Aprendí esta forma de pensar de los mejores, mis padres. Siempre me apoyaron, siempre me alentaron y entendieron lo que más quería y necesitaba ser. Una familia es un equipo. Me siento muy afortunado de que mi increíble esposa, Mirka, haga que la alegría de mi vida sea aún más brillante, y de que nuestros cuatro maravillosos hijos, Myla, Charlene, Leo y Lenny estén aquí conmigo hoy. Y lo más importante es que estamos juntos y nos apoyamos todos los días. Graduados, a vosotros os pasa lo mismo. Tus padres y familias han hecho sacrificios para que estén aquí. Han compartido tus triunfos y tus luchas y siempre estarán a tu lado. Y, cuando salgas al mundo, no lo olvides: puedes llevar contigo esta cultura, energía, esta gente, el color verde de Dartmouth y a los amigos que te han impulsado y ayudado a ser la mejor versión de ti mismo y que nunca dejarán de animaros”.

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