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Copa Davis | La contracrónica

El último brindis de Nadal

El balear, ante el final de su carrera deportiva, estuvo arropado en todo momento por un Martín Carpena que vivió su partido con el corazón en un puño.

Málaga
Copa Davis Málaga 2024.
Eliminatoria España-Holanda.
Mariano Pozo

Como si fuese un presagio de lo que estaba por venir, el cielo de Málaga comenzó a llorar y a desprender unas pocas gotas de lluvia en los minutos previos al inicio de la eliminatoria entre España y Holanda. Colas larguísimas alrededor del Palacio de Deportes José María Carpena de Málaga, donde Rafa Nadal procedería a tomarse la última Copa de su carrera en la Davis. Para lo bueno y para lo malo, era un día especial en la ciudad de la Costa del Sol, una jornada para la historia del deporte mundial. Rafa cumplió su deseo de jugar el individual con el que se abría la eliminatoria, y la posibilidad de que fuese el último partido de su refulgente carrera hizo que 10.500 espectadores entrasen al pabellón con el corazón en un puño.

Los cimientos del Carpena retumbaron cuando se anunció por megafonía por primera vez el nombre del gran héroe local. Y la entrada a la pista del equipo español pareció sacada de una película: bajo un ruido estruendoso, la Selección comenzó a desfilar. David Ferrer, Pedro Martínez, Roberto Bautista... todos fueron pasando hasta que, en última posición, se dedujo la figura de Nadal, ataviado con su característica cinta en el pelo y con la mirada de killer que le ha hecho uno de los más grandes de siempre. Se vino abajo el recinto malagueño. “¡Rafa, Rafa, Rafa!”, se corea su nombre. Tantas son las emociones que el de Manacor, como el cielo unos minutos atrás, no evita las lágrimas durante el himno de España. Toda la emoción que acostumbra a llevar por dentro, todo el dolor de aquel que quiere seguir jugando pero el cuerpo no se lo permite, salió de golpe bajo los acordes de la melodía nacional. Con Rafa se rompió todo un país que le ha acompañado siempre, en las duras y en las maduras. Un país que ha vivido pegado al televisor en una infinidad de domingos para hacer de los éxitos de Nadal los suyos propios, porque pocos deportistas han conectado tanto con el sentir de la gente, y en Málaga se evidenció una vez más.

Nadal siempre será recordado como uno de los mejores del deporte español. En Málaga se verá su juego última vez.
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Juan MedinaREUTERS

“¡No te vayas, Rafa!”, le gritaron en repetidas ocasiones al protagonista del día. Pero el frío Botic Van de Zandschulp sacó a relucir los múltiples motivos por los que Nadal se va. También hubo batalla en la grada, ya que 800 ruidosos holandeses, todos uniformados de naranja, se hicieron notar fuera de casa. Por poner alguna pega, quizás en el resto de la grada faltó que el rojo fuese un manto que cubriese todo el pabellón. De hecho, en los palcos VIP se repartieron bufandas rojigualdas para dar algo de alegría a los apagados colores de los trajes. No hubo, por cierto, un desfile interminable de personalidades en estos boxes: la familia de Rafa, Feliciano López y Rudy Fernández eran de las pocas caras reconocibles en lo que era un mar de políticos y empresarios. Que el anuncio de que este iba a ser el último torneo en la carrera del balear se hiciese ya con todas las entradas vendidas para este martes influyó en ello. Alcaraz, desde el banquillo y con todo el ‘clan Nadal’ unos metros detrás, se convirtió de repente otra vez en el niño que no despegaba un ojo de la pantalla para ver a su ídolo ganar Roland Garros. Pero no aguantó mucho. “He visto los tres primeros juegos de Nadal y los nervios me comían por dentro. Me he tenido que meter al vestuario. He salido un poco y otra vez me han vuelto los nervios”, dijo después.

Van de Zandschulp evidenció lógicas carencias en Nadal, sobre todo en el resto o en los golpes en movimiento, pero la leyenda hizo honor al lema que bien podía resumir su carrera y que es la leyenda por bandera de esta Selección. “El fuego que llevas dentro”, leen los jugadores en la sala cercana al Carpena en la que descansan. Y Rafa mostró su fuego, esa llama que le ha llevado a levantar 92 títulos en su carrera. Lo hizo por momentos y no fue suficiente para quemar al holandés, que sí que llegó a sentir calor en alguna ocasión. Porque jugar contra Nadal nunca ha sido fácil, y esta vez no iba a ser menos, con el añadido, además, de un público que inquietó y que probablemente fue causante de varias de sus dobles faltas. El puño marca de la casa tras buenos puntos, el rugido en forma de “¡vamos!”, la sombra de una remontada épica... Nada faltó en la que puede ser la última Copa de Rafa.

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Mariano Pozo

Se llegó incluso a soñar con que Nadal le diese la vuelta al partido, y su único break del encuentro, en el segundo set cuando iba dos quiebres por abajo, hizo que el medidor de fe en él se disparase. La afición española quería una última gran remontada de su héroe. Pero, como dijo el propio Rafa en la previa de la eliminatoria, “los finales de película son para películas americanas”. Lo intentó hasta el último momento, el estruendoso “sí se puede” de la afición llegó a poner nervioso a Van de Zandschulp, pero el brindis de Nadal en su última Copa no fue acompañado por una victoria. No importa en cuanto a su legado, porque por lo que se brindó una vez acabó el partido, cuando el balear salió al centro de la pista a agradecer el apoyo, es por un sinfín de éxitos y ejemplos que deja. El último brindis de Nadal va mucho más allá de lo que se vivió este martes, lo cual no fue poco.

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