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ROLAND GARROS | LA CONTRACRÓNICA

El buen ojo de Ferrero

En París, por primera vez en 20 años no compareció el Big Three, sino dos jugadores que ha entrenado el ex número uno. Se quedó con Charly. Acertó.

Juan Carlos Ferrero felicita a Carlos Alcaraz.
ALAIN JOCARDAFP

La cita de junio.

París, junio, sol, la Chatrier... Un paisaje habitual para cualquier aficionado español al tenis y al deporte en general. Pero esta vez no se escucha a Marc Maury, el exjugador de rugby que ejerce de speaker desde 2004, lanzar la tradicional retahíla: “Y ganador en Roland Garros en 2005, 2006, 2007, 2008, 2010...”, así hasta 14. No está Rafa Nadal, no. Tampoco Roger Federer ni Novak Djokovic. Por primera vez en 20 años, ninguno de los integrantes del Big Three pisa la final. Son nuevos tiempos. Toca presentar a un joven que promete visitar muchas veces más la pista central para pelear por la Copa de los Mosqueteros, Carlos Alcaraz. Ya lo dijo en la previa: “Las finales no se juegan, se ganan”. Como su Real Madrid.

Camino inverso.

Que Alcaraz es un jugador especial, nacido ya como ‘tenista total’ aunque en las canchas de la Real Sociedad Club de Campo de Murcia lo que se trabaje principalmente sea la tierra, lo demuestra que antes de coronarse en Roland Garros lo había hecho ya en el US Open y en Wimbledon. Nadal necesitó triunfar cuatro veces en París antes de hacerlo en el All England. El pionero Manolo Santana también ganó sus dos primeros grandes en el Bosque de Bolonia para después asaltar Londres. Igual que Arantxa Sánchez Vicario, que tras Roland Garros se llevó el US Open. Garbiñe Muguruza fue la mejor en París en 2016 y Wimbledon ya cayó en el 2017. Pero en el terrario particular de España, el zoomer Alcaraz llegó a la antesala del título con dos grandes en su raquetero. Charly ya aterrizó en el tenis sin etiquetas ni complejos.

Sueño doble.

En el box de Carlitos, Juan Carlos Ferrero se parapetaba tras la gorra y las gafas de sol y lanzaba frases de ánimo. El 8 de junio de 2003 se había proclamado campeón en esa misma pista frente al neerleandés Martin Verkerk. Su ahora pupilo tenía sólo un mes de vida. 21 años después, ese chaval hijo de un profesor de tenis de El Palmar le volvió a hacer campeón, esta vez como técnico. El de Onteniente también conoció Roland Garros con 12 años, la misma edad con la que lo hizo Alcaraz en el campeonato alevín que se jugó bajo la Torre Eiffel. Los dos advirtieron ya entonces que su sueño era ganar el torneo. Los dos lo tienen. Vidas paralelas.

Viejos conocidos.

Antes de entrenar a Alcaraz, Ferrero fue el técnico de Alexander Zverev. Rompieron su relación tras diez meses, cuando el ex número uno comprobó que al que casi todos los expertos señalaban como futuro sucesor del Big Three le faltaban la disciplina y el sacrificio necesarios para llegar a la cima, y que ahora ya tiene con 27 años. Se le escapó el tren al alemán. Y Ferrero vio algo especial en un júnior que hacía magia. Ese sí iba a ser su proyecto ganador. Tuvo buen ojo.

Olímpicos.

Alcaraz tuvo enfrente al medallista de oro en Tokio 2020. Y los dos volverán a Roland Garros dentro de poco. Del 27 de julio al 4 de agosto, en estas mismas pistas, se celebrará el torneo olímpico. Buen augurio para Carlitos, que jugará también el dobles junto a Nadal si no hay novedad.

Magia.

Le advertía hace poco Andre Agassi a Alcaraz que “no es sostenible jugar espectacular todo el tiempo”. Pero en esa espectacularidad está su magia y su fortaleza. La sacó en un revés cruzado prácticamente de espaldas para encaminarse al break definitivo del quinto set. Con su sello llegó la victoria.

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