Djokovic vence a Molcan y a su exentrenador para avanzar

Sube la exigencia y aumentan los problemas, pero las conclusiones se mantienen. Novak Djokovic, como ya dejó claro en Madrid y, sobre todo, en Roma, proclamándose campeón, vuelve a ser él. Está mucho más cerca de su versión ganadora, la que defiende título en París, que de su versión errática, la que mostró en su discontinuo inicio de temporada, marcado por su negativa a vacunarse. Quedó claro en su debut en Roland Garros, cediendo sólo cuatro juegos ante el japonés Yoshihito Nishioka, y lo ha ratificado ante el eslovaco Alex Molcan, 38º del mundo. 6-2, 6-2 y 7(7)-6(4) para alcanzar la tercera ronda francesa por decimoséptimo año seguido, en la que se enfrentará al esloveno Aljaz Bedene, 195º del mundo.

Pocos jugadores del circuito pueden conocer tanto a Nole como Molcan. Al menos, sobre el papel, en cuanto a teoría. A principios de marzo, Marian Vajda y el jugador serbio separaban sus caminos dieciséis años después, con una interrupción entre 2018 y 2019 incluida. El entrenador eslovaco, presente en todos los Grand Slams de Djokovic, decidía dar un paso al lado para centrarse en su vida familiar y personal. Cerca de tres meses después, sin embargo, Vajda se encontraba en el lado opuesto de la pista. "Es la primera vez que veo a Marian en el otro palco...", bromeaba un sonriente Nole tras su victoria. Vajda, con la intención de impulsar el tenis en su país, es el nuevo entrenador de un joven Molcan (24 años) que dejó destellos, pero que se quedó lejos de inquietar a Novak.

"Las condiciones eran difíciles y cambiantes. Buscaba cambios de dirección en el juego, mantenerme concentrado. La velocidad de bola de Alex ha sido impresionante", analizaba Djokovic a su rival, al que se enfrentó en 2021 en la final de Belgrado, cuando el eslovaco era 155º del mundo. Molcan arrancó dócil, pero terminó mordiendo. Principalmente, como explicaba Nole, gracias a su rápido brazo izquierdo (récord de 97-11 de Nole frente a zurdos, sin contar a Nadal) y a su descaro, que le llevó, en muchos momentos, a aceptar el juego de Novak desde el fondo de la pista. Y a retar, como en una dejada precisa, con bola de break en contra (1-1), en un tercer set en el que el uno del mundo se vio exigido por primera vez en el torneo.

Primer momento exigente

Prueba superada por Djokovic. Fiel a su estilo, con gran seguridad en sus turnos de saque (71% de puntos ganados con primeros y 61% con segundos), seriedad (19 errores no forzados por 34) y agresividad en los momentos claves (40 ganadores por 31 y 10 saques directos), como en el tie-break final. Justo antes de bromear con el público y la organización, hablando francés, demostrando habilidad con los idiomas, como ya hizo en Madrid, concediendo las entrevistas en castellano. "Les he escuchado todo el partido. Intentaré firmarles a todos, sé la ilusión que les hace. Están en uno de los mejores torneos del mundo", afirmaba señalando a todos los niños presentes en la Suzanne Lenglen. Y él es el campeón, con hambre de defender título.