Zverev le amarga la fiesta de fin de curso ATP a Djokovic
El alemán hizo un partido magnífico para ganar al serbio y jugar este domingo (17:00, #Vamos) ante Medvedev su segunda final del Masters.
Alexander Zverev volvió a endosarle a Novak Djokovic una derrota dolorosa, esta vez en las ATP Finals, la Copa de Maestros que se le atraganta al serbio desde que la ganó por quinta vez en 2015. El alemán, que hace unos meses en Tokio dejó al número uno del mundo sin la posibilidad de colgarse por fin el oro olímpico, le venció en otra semifinal de una contienda de postín (7-6 (4), 4-6 y 6-4 en 2h28) y jugará este domingo (17:00, #Vamos) el partido por el título frente a Daniil Medvedev, vigente campeón, que se deshizo sin problemas del noruego Casper Ruud (6-4 y 6-2) y está en racha de nueve victorias en el torneo.
“No he pasado más tiempo en pista este año con nadie y cada vez tengo que jugar a un gran nivel. Esta no ha sido una excepción”, dijo el vencedor, que se había medido con Djokovic cuatro veces ya en 2021 y perdido tres. Zverev, tenista cuyo juego brilla con especial intensidad en pista dura y bajo techo (en esas condiciones ha ganado ya seis títulos), aspira a conseguir su segundo trofeo en el Masters, después del que levantó en 2018 precisamente ante Djokovic, al que ha superado cuatro veces en 11 enfrentamientos.
Llegaba crecido Nole tras vencer a Medvedev en la final de París-Bercy y se le veía seguro y feliz, pero topó con uno de los oponentes que, de vez en cuando, sabe cómo inquietarle y que le amargó la fiesta de fin de curso ATP, porque aún le queda una competición ITF, la Copa Davis. No en vano, Sascha es el mejor del año en victorias con 58, las mismas que acumula el ruso, su próximo contrincante. Nole despide 2021 con tres títulos de Grand Slam, uno de Masters 1.000 y un 250... y la final del US Open. Lo hace, además, en el trono. No está mal.
En el primer set el nivel de tenis fue altísimo. Lo perdió Djokovic por pequeños detalles, entre ellos su segundo saque (con primeros sólo perdió dos tantos), que atacó bien Zverev, y la fiabilidad en los intercambios largos, especialidad de la casa en la que el teutón brilló en bastantes ocasiones por encima del maestro. Pero sobre todo, porque no aprovechó la ocasión de cerrar el parcial al tener un punto para poder hacerlo al resto con 5-4 a favor. Después levantó dos puntos de quiebre y el desempate se hizo inevitable. Ahí le falló el servicio al balcánico y su rival lo bordó.
Reacción infructuosa
Por unos momentos, Djokovic pareció fuera del partido. Cometió algún error de bulto y no se le veía cómodo ni con los recogepelotas. Pero se sostuvo, aguantó el chaparrón de saques de Zverev yendo por detrás en el marcador y convirtió su tercera ocasión de break en el momento preciso. Después, con padecimiento, metió su quinta bola de set y alargó el encuentro.
Zverev no acusó el golpe, porque seguía a gran altura, rápido, agudo y con un comportamiento fantástico al resto, adaptado al vaivén que le proponía el líder del ranking, que trataba de llevarle por la calle de la amargura con su dictatorial revés. Pero uno de ellos se le marchó fuera por la línea de fondo y de repente se vio con una rotura en contra. Sascha debía conservar sus poderosos turnos de servicio. Algo fácil de decir, pero difícil de ejecutar ante un campeonísimo legendario y enfurecido. Lo consiguió con una capacidad notable de resistencia a la presión. Supo sufrir y guardar fuerzas para seguir tirando cañonazos.
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