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LAVER CUP

Zverev culmina la remontada de Europa, que 'tripite' título

Zverev ganó en el duelo decisivo a Raonic (6-4, 3-6 y 10-4). Antes, Federer venció a Isner (6-4, 7-6 (3); Fritz, a Thiem (7-5, 6-7 (3) y 10-5); e Isner y Sock, a Federer y Tsitsipas (5-7, 6-4 y 10-8).

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Zverev culmina la remontada de Europa, que 'tripite' título
PIERRE ALBOUY REUTERS

La baja de Rafa Nadal por lesión perjudicó claramente los intereses de Europa en la tercera y decisiva jornada de la Laver Cup que se celebra en el lujoso Palexpo de Ginebra, aunque el equipo continental resistió y se llevó el título, tercero en otras tantas ediciones. El balear iba a jugar por segunda vez en dobles junto a Roger Federer (en 2017 vencieron a Querrey y Jack Sock en Praga), pero una inflamación en la mano izquierda se lo impidió.

John Isner y Sock aprovecharon la ocasión para superar por 5-7, 6-4 y 10-8 al suizo y al sustituto de Nadal, un Stefanos Tsitsipas sobrepasado por la responsabilidad en un torneo que todos los jugadores se toman muy en serio pese a no ser puntuable para el ranking de la ATP. Después, Taylor Fritz, que reemplazó por su parte a Nick Kyrgios (lesión en el hombro derecho), venció al suplente de Nadal, Dominic Thiem, por 7-5, 6-7 (3) y 10-5;  Federer salió al rescate del Viejo Continente con una victoria vital contra Isner (6-4 y 7-6 (3)) y Alexander Zverev no falló para culminar la remontada con un agónico triunfo frente a Milos Raonic por 6-4, 4-6 y 10-4.

El Team World, el equipo del resto del mundo, acarició la gloria durante la mayor parte de la jornada (las victorias del domingo valían tres puntos), la tuvo a tiro dos veces (7-11 y 10-11), pero se quedó con las ganas. Los capitanes europeos, Borg y Enqvist, Nadal, Federer, Thiem, Tsitsipas, Zverev y Fognini celebraron en corro, con saltos y cánticos la victoria. Faltó Bautista, el reserva de lujo que tuvo que irse antes porque tenía que viajar a Zhuhai (China) donde juega desde el martes. Nadal no tuvo problemas para levantar la copa con ambas manos y disfrutó como el que más tras contribuir el sábado con dos puntos y también en aspectos intangibles, con sus sabios consejos durante todo el fin de semana.

Tsitsipas fue claramente el lado débil de la pareja europea en el inicio del día, sobre todo por el revés que los americanos buscaron con insistencia. Federer mantuvo el tipo y llevó la iniciativa, pero su clase y su esfuerzo no fueron suficientes ante el potente saque de Isner y la solvencia de Sock, volcado en el dobles en los últimos tiempos. En el superdesempate los europeos arrancaron con un 2-0 antes de perder la delantera y el partido con algunos errores forzados por el servicio de sus rivales. Más tarde salieron a la pista Thiem y Fritz, que sirvió con acierto (10 aces y un 88% de puntos ganados con primeros) para sorprender al austriaco, que hizo lo más difícil, igualar, pero estuvo muy desacertado en el último tie-break. El americano de 21 años se creció ante la oportunidad que se le había presentado y sacó lo mejor de su prometedor juego para algarabía de sus compañeros. Había perdido en la primera jornada contra Tsitsipas y esta vez celebró su triunfo con rabia, gritando y tirando la raqueta.

Furia de Federer y alivio de Zverev

Sí la celebración de Fritz fue sonada, la de Federer tras vencer a Isner no le fue ni mucho menos a la zaga. El helvético lo dio todo para superar al gigante estadounidense de 2,08 que colocó 15 saques directos. Roger respondió con 12 y evitó el superdesempate con una lección de juego al resto, faceta en la que ganó hasta 22 puntos. Nadal, siempre atento en el banquillo, le dio buenas recomendaciones, como en el partido contra Kyrgios, y Roger estalló al ganar gracias a un último ace que dejó clavado a Isner.

A Zverev le tocaba el marrón de no quedar mal ante el helvético, el jefe de todo este divertido tinglado, que siguió con pasión la actuación del alemán. Este empezó con dominio, aunque se dejó amedrentar después por un Raonic que mantuvo viva la esperanza del equipo rojo hasta el final. Pero el destino reservaba a los azules un nuevo éxito. Tenía que ser, como en casi todos los encuentros anteriores, en el superdesempate. Nadal se mesaba el cabello con cada lance hasta que Zverev conectó un postrero drive ganador. Todos se avalanzaron sobre él, que gritó con alivió tumbado en la pista. El año que viene, la vieja Europa irá a por el cuarto título en territorio comanche: Boston.