En un partido atípico en los últimos tiempos de Rafa Nadal en tierra, el balear ha cogido ritmo y sensaciones contra Martin Klizan, a quien ha ganado tras arrasar en el primer set con un rosco y sufrir hasta casi el final en el segundo: 6-0 y 7-5 en una hora y 45 minutos.

Nadal encadena ya 42 sets en tierra, superficie en la que firma un 10-0 este año y en la que no cae desde los cuartos de final del Masters 1.000 de Roma (derrota contra Thiem). Sólo había perdido un partido en cuartos del Barcelona Open Banc Sabadell (ante Almagro en 2014) y es la undécima vez que llega a semifinales. Ya saben lo que ocurrió en las otras diez: final y título. En las de 2018 su rival será David Goffin.

Nadal arrancó de forma endiablada ante el eslovaco y en la primera manga pasó por encima de él con su drive, de tal manera que terminó varios puntos con remates cerca de la red. Klizan no podía controlar las embestidas de un rival crecido, rapidísimo de piernas y muy preciso (solo cuatro errores no forzados).

Pero la salida del segundo parcial fue mala para el español, según sus propias palabras "horroroso con el servicio". Así se lo rompió Klizan y creyó en la posibilidad de repetir lo que había hecho en los tres anteriores enfrentamientos, ganar al menos un set. Estuvo cerca, de hecho, tuvo dos bolas para el empate, pero Nadal se agrandó y su sombra estremecedora engulló al 140º del mundo.

A esas alturas, el de Manacor, que quintuplicó sus fallos (20 al final), celebraba cada punto como si de un título se tratara. Esa intimidación acabó con las esperanzas de un rival digno, que soltó su derecha y puede decirse que le hizo un favor a su verdugo, porque le puso en ritmo y motivación para seguir alargando su racha sobre arcilla.

Rafael Nadal

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