Anderson frena a Pablo Carreño: no habrá final española
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Pablo Carreño se quedó a un triunfo de jugar su primera final de Grand Slam. El gijonés despertó del sueño que le había llevado a las puertas de la gloria en el US Open, un torneo en el que le acompañó la suerte en su parte del cuadro. Pero se ganó a pulso todo lo que consiguió y le faltó poco, muy poco, para aspirar al título. Kevin Anderson, un coloso de 2,03 metros, le cerró el pasó a cañonazo limpio: 22 aces y 58 golpes ganadores: 4-6, 7-5, 6-3 y 6-4. Con 31 años, el número 32 del mundo alcanza su primera final y será una amenaza para quien se enfrente a él.
Si se lleva el trofeo, será top-10 en detrimento del Carreño, que firmó un primer set sensacional. Como tenía previsto, intuyó los saques de Anderson y fue agresivo desde el principio, con profundidad y moviendo todo lo posible al sudafricano. Hay que reconocer que este falló bastante, le costaba sobre todo levantar la bola con el revés cuando el asturiano la lanzaba baja y a media pista. Sin desesperarse ante los aces que le llovían y con paciencia para alargar los peloteos, le rompió el servicio en el séptimo juego y luego cerró el parcial.
La segunda manga se le puso cuesta arriba a Pablo cuando perdió su saque para 3-1 en contra. Pero lo recuperó enseguida con tres pasantes extraordinarios que anularon las subidas de Anderson, que se lo pensó a partir de ese momento antes de arriesgar. La cosa apuntaba al tie-break, pero una doble falta de Carreño y un ganador del gigante de Johannesburgo le dieron el empate y la confianza. La del español decreció y su contrincante redujo los errores que estaba cometiendo hasta entonces. Pintaban bastos y más cuando otra doble falta le puso el tercer set en bandeja a Anderson, que no dio opción con sus cañonazos. Con comodidad se adelantó (2-1) y pisó el acelerador para doblegar la fortaleza mental de un Carreño que había perdido los nervios pateando una pelota atrapada en la red.
En el cuarto set, desbordado tras encajar otro break, el de Gijón cayó de espaldas sin hacerse daño. Pero su moral sí estaba tocada. Aguantó como pudo antes de ceder en un último juego bonito con largos rallys. Si persevera, tendrá otra oportunidad.