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Xavi pasó de prudente a cargante

Mal asesorado por alguien, o por voluntad propia, Xavi se puso algo cansino ayer repitiendo que el Madrid es favorito porque ha ganado la Liga y la Champions. Tal vez lo hizo por superstición, porque ha mantenido ese mantra desde que llegó al cargo y le ha ido bien (tres victorias, incluida la del amistoso de Las Vegas, y una derrota). Pero si lo hizo para descargar de presión a sus jugadores, o para que la afición no se haga demasiadas ilusiones, pecó de una antigüedad máxima porque eso ya no lo compra nadie. Ni él mismo, que durante la rueda de prensa dijo al mismo tiempo que estaba “eufórico” y “en el hospital”.

Xavi está inquieto y es lógico. Después del fracaso de Mánchester, el empate del Madrid-Atlético le había dejado en bandeja darle el mordisco final a la Liga en Almería. Pero su equipo fracasó y ahora se enfrenta a la eliminatoria de Copa, y a lo que queda hasta el parón sin Pedri, Lewandowski y Dembélé. El equipo ha emitido algunas señales negativas y si un entrenador está para algo, porque este juego es de los futbolistas, es para salvar las situaciones de crisis con la cabeza fría. El escenario inmediato del Barça le obliga a hacer un partido con personalidad, pero muy cerebral en el Bernabéu, asumiendo exactamente dónde está. Eso requiere una estabilidad que no dio en la rueda de prensa-tobogán de ayer.