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Xabi Alonso pudo hacer las maletas de Leverkusen tras conquistar el doblete y rozar la Europa League. Le esperaban con los brazos abiertos en Liverpool y Bayern, que tuvieron que recurrir a Arne Slot y Vincent Kompany -nada que ver con la dimensión de Xabi como técnico-. Hasta se pensó en él para el Madrid antes de que Ancelotti hiciera otro truco de magia con el que levantar la Champions. Para entonces, mucho antes de que los tres clubes en los que maravilló como jugador se movieran, él ya había decidido quedarse un año más en Alemania, en la Bundesliga, en ese lugar con club de fútbol pero sin ciudad llamado Leverkusen.

Pueden estar agradecidos los mandamases Simon Rolfes y Fernando Carro con el técnico español. Es un lujo que prolongue su Erasmus allí cuando tiene mucho más que perder que de ganar. Casi es una utopía pensar en levantarle al Bayern otra vez la Bundesliga y la Pokal tras los 142 millones que han gastado en Baviera para reforzarse este verano. La Supercopa ganada recientemente de forma milagrosa es un primer ejemplo de que en esta temporada de Champions el Leverkusen también quiere dar que hablar. Ha fichado a Aleix García como nuevo faro en el mediocampo, y nada de galácticos ni refuerzos con precios desorbitados. Es lo que desea su técnico. Así entiende a su equipo. Por eso Xabi es mucho Xabi.

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