Opinión

Xabi, por eso Pep y Lucho son los mejores

Ha querido ser Ancelotti cuando Ancelotti solo hay uno. Debió aprender de Guardiola y Luis Enrique; debió ser Xabi Alonso.

Xabi, por eso Pep y Lucho son los mejores
Susana Vera
Aritz Gabilondo
Aritz Gabilondo (San Sebastián, 1980) es redactor jefe de fútbol internacional de AS. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, empezó su carrera en El País y desde 2002 trabaja en AS. Ha cubierto Mundiales, Eurocopas y Juegos Olímpicos para este diario. Es comentarista de fútbol internacional en Cadena Ser, Movistar+ y Mediaset.
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No hay buen entrenador sin una decisión contundente a sus espaldas. Recuerden cómo entró Guardiola en el el banquillo del Camp Nou, entonces todavía como un técnico por descascarillar. Venía del filial en Tercera. Pues bien, lo primero que hizo fue prescindir de Ronaldinho, Deco y Eto’o -éste se acabó quedando y, además, con éxito-. Su seña de identidad quedó clara desde el primer día: aquí mando yo. Tan importante es para un entrenador saber leer los partidos como los contextos. De hecho, sus decisiones marcan la mirada del club hacia ellos. A los tibios se les mide con tibieza; a los rectos, con rectitud.

Otro caso es Luis Enrique. De aquel episodio con Messi en Anoeta aprendió que como el argentino solo hay uno. Nunca más se ha plegado por nadie. A su llegada a París dejó que se marcharan el propio Messi, Neymar y Sergio Ramos, del que también había prescindido en la Selección, y tampoco hizo un drama al año siguiente cuando perdió a Mbappé. Sin Galácticos, construyó un señor equipo. A ojos del PSG y de todo el mundo, fue el arquitecto de un conjunto joven cuya estrategia la trazó él, no Al Khelaïfi ni los jugadores. Podía haber hecho lo que los anteriores técnicos en París y fracasar. En cambio, decidió triunfar.

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En esas estaba Xabi Alonso cuando le llamó el Madrid en mayo. Tenía mando en plaza, una plantilla debilitada, una afición cansada y un club abierto a tomar decisiones. Era la oportunidad de oro. En cambio, respetó los códigos más de lo necesario. Pecó de inmovilista. Aceptó que no viniera un mediocentro. Se resignó a los Alaba, Ceballos, Rüdiger o Rodrygo, futbolistas caducados para el actual Madrid. Relativizó que Valverde no quisiera calentar en Almaty o que Vinicius le hiciera un desaire mortal, a la vista de las consecuencias. Fue Ancelotti cuando Ancelotti solo hay uno. Debió aprender de Pep y Lucho; debió ser Xabi Alonso.

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