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Vitor Roque se empapa del ejemplo de Vinicius

Mejor jugador de lo que se dice

Desde su llegada a España, Vitor Roque apenas ha tenido presunción de inocencia. Las expectativas casi enfermizas que nacieron de su fichaje por el Barcelona hicieron que se le prejuzgara antes de tiempo sin tener en cuenta el proceso de aprendizaje que necesita un futbolista que a día de hoy tiene 19 años. Ha sido carne de meme, víctima de un diagnóstico excesivo, solo equiparable al que sufrió Vinicius en las primeras temporadas en el Real Madrid. Esta realidad responde a la impaciencia del fútbol y la violencia verbal de las redes sociales, pero nada parece rendir a Vitor Roque. En el Betis se advierte su progresión en cada partido, incluso en la faceta goleadora, aunque en este apartado todavía peque de cierta austeridad. Contra el Celta marcó y dejó a las claras que es un futbolista con un instinto superior para moverse en los metros finales. Sus once intervenciones y cinco remates en el área viguesa acreditan su capacidad para deshacerse de las vigilancias rivales y la facilidad innata que le caracteriza a la hora de apretar el gatillo. Lógicamente, ha de cuidar la definición. En Liga lleva tres tantos, uno y medio menos de lo que dicta el baremo de goles esperados —indicador que asigna una probabilidad de que una ocasión sea gol en función de la jugada—, y apenas alcanza un promedio del 20% de conversión en las ocasiones claras. De embocarlas, aún podría optar a volver al Barcelona. Mientras tanto, sigue el ejemplo de Vinicius para sobreponerse a la exigencia y demostrar su valía.

Cuestión de fe

Ha tenido que llegar Diego Martínez para acabar con la sensación de fragilidad competitiva permanente que abocaba a Las Palmas al derrumbamiento. No pudieron hacerlo ni García Pimienta, en el segundo tramo de la temporada pasada, ni Carrión en el inicio de esta campaña. El cambio remite a un asunto más mental que de juego. Porque si uno analiza los fríos números, a Las Palmas de Diego Martínez le tiran más (17 por 14) y remata y centra menos (8 por 12 y 7 por 17) respecto a la etapa de Carrión. A esto se añade que de la tres victorias que ha conseguido ante Valencia, Girona y Rayo, solo en el partido contra los catalanes presentó un mejor ratio de goles esperados. Pero la eficacia y la confianza en Las Palmas se han disparado con Diego Martínez como impulsor anímico y táctico del giro.

Una jugada prescriptiva

El error fatal de Lucien Agoumé pone en duda el control de la situación del centrocampista del Sevilla, pero también reconoce la intuición y la activación sin el balón de Cissé. A sus 23 años, el jugador del Leganés ha extendido en Primera las virtudes que apadrinaron su evolución en Segunda. Se trata de un jugador dinámico, rápido de piernas y con pulmones para aparecer arriba y abajo. En la jugada que provocó el penalti clave para los de Borja Jiménez, tuvo el ojo para presionar a Agoumé y presagiar el fallo garrafal de su homólogo en el Sevilla. Esta perspicacia no es nueva en su catálogo. Es por eso que aparece como líder de recuperaciones de LaLiga con 71, una cifra que traslada su impacto profundo en la aspiración legítima del Leganés de salvarse. En un bloque correcto, consciente de sus limitaciones, Cissé se establece como un faro por su volumen físico y cualidades en la contención, en clara sintonía con el tejido del equipo. Ambos van de la mano en la resistencia activa del Leganés por esquivar la quema.

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