Vingegaard no llega a tiempo

Tadej Pogacar encara la última semana del Tour de Francia enfundado sólidamente en el maillot amarillo. Su renta de 3:09 minutos sobre Jonas Vingegaard y de 5:19 sobre Remco Evenepoel son ventajas considerables en el ciclismo actual. Y mucho más cuando el esloveno no ha mostrado apenas fisuras. Sí hubo un amago de debilidad en el Macizo Central, cuando Vingegaard neutralizó una brecha de más de medio minuto, pero fue una falsa alarma. Si lo analizamos, aquel día solo perdió un segundo y la etapa. Nada grave. Pero todos quisimos ver ahí la confirmación de una teoría que se ha expandido en la carrera desde el inicio: la forma de Pogacar, que viene de ganar el Giro de Italia, tenía que ir necesariamente a menos; mientras que la de Vingegaard, que comenzó bastante corto por su lesión, debía crecer con el paso de los días. Los Pirineos, que conformaban el fin de semana clave para comprobarlo, no sólo desmintieron la tesis, sino que fortalecieron al líder.

Nos equivocamos. O quizá no. Es posible que todavía ocurra, pero ya hay poco tiempo para que eso suponga un vuelco de la clasificación. El danés ya ha dicho que lo va a volver a intentar, que no tiene nada que perder. Es lo mismo que le escuchamos y que le vimos hacer un año antes al esloveno cuando era él quien arrastraba la desventaja. Son grandes campeones. No se van a rendir con facilidad. Pero, salvo infortunios, Pogacar se coronará el próximo domingo en Niza como ganador de su tercer Tour y como el octavo corredor que completa el doblete con el Giro. Es una pena que la lesión de Vingegaard no haya permitido ver un duelo más igualado entre las dos mejores estrellas de la constelación ciclista. Alguien puede replicar que en 2023 ocurrió igual, pero al revés. La lesión de Tadej no resultó tan grave, creo, pero tal vez fue así… El caso es que nos quedamos con las ganas.