OPINIÓN | JUAN GUTIÉRREZ

Vendetta a la española

Carlos Sainz, descartado por Ferrari para 2025, gana a su compañero Leclerc en el GP de Australia, dos semanas después de operarse de apendicitis.

Carlos Sainz celebra su victoria en el GP de Australia en presencia de su compañero de Ferrari Charles Leclerc.
MARK PETERSON
Juan Gutiérrez
Subdirector de polideportivo. Ha desarrollado toda su carrera en AS desde 1991. Cubrió dos Juegos Olímpicos, siete Mundiales de ciclismo y uno de esquí, 12 veces el Tour y la Vuelta, seis el Giro… En 2007 fue nombrado jefe de Más Deporte, puesto que ocupó hasta 2017, cuando ascendió a subdirector en las áreas de Motor, Baloncesto y Más Deporte.
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Solo hay un piloto que ha conseguido batir al autoritario Max Verstappen en los últimos 21 grandes premios de Fórmula 1. Además, lo ha hecho en dos ocasiones: en Singapur 2023 y en Australia 2024. Ese piloto es español, madrileño para más señas, y paradójicamente se encuentra sin equipo para la próxima temporada, después de que Ferrari decidiera ceder su volante a Lewis Hamilton a partir de 2025. El otro coche lo conservará Charles Leclerc, que este domingo se fotografió en el podio de Albert Park por debajo del triunfador del día: Carlos Sainz. El descarte, de momento, emana más brillo. Sainz no ha bajado del cajón en sus dos carreras del presente Mundial. En el estreno del año, en Bahréin, se aupó al tercer peldaño, justo por detrás de los dos Red Bull y un puesto por delante de Leclerc. En Melbourne precedió de nuevo a su compañero de escudería, después de un adelantamiento de ley a Verstappen, antes de que el dominante Mad Max se viera obligado a abandonar.

Si el monegasco suma más puntos que su colega en la clasificación es, simplemente, porque Carlos causó baja en la segunda cita de Arabia Saudí por una operación de apendicitis. Un contratiempo que añade otra buena dosis de heroísmo al triunfo de Sainz, que andaba todavía quejoso por la cirugía, solo dos semanas después. Incluso se permitió bromear con su amigo Lando Norris, tercero en el cajón oceánico, a quien le aconsejó una intervención quirúrgica para mejorar sus resultados en el futuro. Con estos antecedentes, el éxito del madrileño tiene un halo de dulce venganza, una vendetta a la española. El próximo curso ya no vestirá el rojo de Maranello, pero hasta entonces va a competir con la misma profesionalidad de siempre, a dar más gloria a una marca mítica como Ferrari y a dejarle una buena herencia a Hamilton. Un coche ganador.

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