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Valverde y Nico, de cara contra el miedo

Una final de miedos, del que carga con una mochila de 40 años malditos y de los que se sabían ante una ventana idónea para hacer historia, coronó al Athletic por fin. El exceso de responsabilidad le pudo jugar una mala pasada, pero la reacción de Valverde y el desparpajo de Nico Williams espantó el temor de un nuevo varapalo. El título remite a la grandeza de entrenador y jugador ante un rival magnífico y un técnico todavía mejor. Aunque no empezó mal el Athletic, el primero que golpeó fue el Mallorca. Aguirre tenía claro que había que salir en largo con Muriqi y Larin para saltarse la presión de los de Valverde, correr a cada error rival y aprovechar la estrategia. Un plan tan rudimentario como eficaz. Al Mallorca se le atribuye cierto pragmatismo de más, pero es que no se puede hacer tanto a veces con tan poco. Una pérdida de Nico Williams lanzó a Muriqi y brindó el saque de esquina que terminaría embocando Dani Rodríguez. Ponerse por delante era capital para la hoja de ruta que había trazado Aguirre. Se difuminaba de un plumazo la aprensión a tener que abrirse. El gol sentó genial al Mallorca y contrarió al Athletic. Es una virtud bermellona conseguir que los adversarios no sean sí mismos cuando se enfrentan ante ellos. Durante todo el primer tiempo, el Athletic solo despertó cuando Nico Williams llegó al partido. Sus apariciones entre Gio y Valjent, sacando de zona al central, daban picante a los ataques de un Athletic que precisó de la intervención de Valverde en el descanso.

La entrada de Vesga para ofrecer más llegada y seguridad aérea en el balón parado defensivo y la aproximación de Sancet a Nico transformaron rápidamente el panorama. Por la banda izquierda empató el Athletic y creyó en el triunfo, aunque Aguirre medió a tiempo para recomponer a su equipo. Dejó el 1-5-3-2 para pasar a un 1-5-4-1 con un único delantero. Seguro que mucha gente lo interpretó como un paso defensivo, pero para poder estirarte en ataque primero tienes que alcanzar el orden con y sin pelota. Solo así pudo el Mallorca equilibrar de nuevo el duelo, aunque siempre hubo una sensación de dominio posicional del Athletic que no se tradujo en el marcador. El Mallorca nunca se alarmó, jugó con los tiempos y administró su potencial defensivo para protegerse mejor por dentro y por fuera. Los cambios de Valverde, a cada cual más ofensivo, no fueron la traca final que el entrenador del Athletic esperaba. Berenguer se precipitó, Raúl García no apareció y Muniain se peleó con el golpeo. Los penaltis eran inevitables. Y el miedo cambió de barrio para devolver al Athletic a su sitio natural. Este no es otro que salir campeón de Copa.

Valjent, fuera de sitio

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La recuperación alta del Athletic provoca que el central del Mallorca salga a fijar a Nico Williams y se abra el hueco a su espalda. Gio no corrige a tiempo ante la presencia de Sancet.

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