Una potencia del taekwondo

Los Encuentros Olímpicos de AS emitieron su segunda entrega sin bajar el pistón. Si la primera se estrenó con la gimnasia, un deporte de la aristocracia de los Juegos, con la presencia de un subcampeón olímpico, Ray Zapata; la segunda llegó con otro asiduo en los podios, el taekwondo, y con Adriana Cerezo al frente, otra reluciente plata en Tokio 2020. Este arte marcial es una disciplina relativamente joven en el programa oficial de los Juegos, en los que debutó en Sídney 2000, si bien ya fue deporte de exhibición en Seúl 1988 y en Barcelona 1992. En aquellos dos certámenes subió al podio, entre otros, Coral Bistuer, que se convirtió en una pionera. En una época en la que el deporte femenino español plantaba las primeras semillas, Coral se erigió en un rostro conocido junto a otras triunfadoras como Arantxa Sánchez Vicario, Miriam Blasco, Blanca Fernández Ochoa y la Selección de hockey capitaneada por Mercedes Coghen.

Aquella siembra tuvo una continuidad, entre otros de Elena Benítez, campeona mundial en Edmonton 1999, que hoy ocupa el puesto de directora técnica en la Federación. Como parte de esta historia, Benítez transmite a sus pupilos un mensaje de ambición para París 2024: “No van a participar, van a ganar”. En el taekwondo no sirve el dicho olímpico de “lo importante es participar”, porque España es una potencia mundial. En el último Grand Prix, que reúne a los mejores del año, fue el país con más competidores, doce, con una cosecha de cinco medallas. A París viajará con tres deportistas, que todavía podrían ascender a cuatro. Dos de ellos, Adriana Cerezo y Adrián Vicente, asienten en AS ante las palabras de Elena: “Si vamos tres, hay que venir con tres medallas. Si vamos cuatro, con cuatro”. Ese es el espíritu que ha sumado siete podios en seis ediciones, sin fallo en las tres últimas. El joven clásico de un potencia.

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