Una jornada de pura Copa
La Copa del Rey 2023 arrancó en el Palau Olímpic con una potente jornada de cuartos, que colocaba sobre la cancha a las dos potencias del baloncesto español, el Real Madrid y el Barcelona, con la perspectiva de un posible Clásico en las semifinales del sábado. Desde 2013 no se cruzaban en ninguna fase que no fuera la final, aunque algunas oportunidades sí habían tenido para ello. La última era relativamente reciente, en la Copa de 2020, en Málaga. En aquella edición prepandemia, los dos colosos también actuaban en jueves, en inverso orden a lo vivido esta vez en Badalona, pero el Barça no cerró entonces su parte del trato, cayó ante el Valencia, y no hubo duelo de eternos rivales en la penúltima ronda. En esta ocasión, tampoco.
Como si fuera un calco de aquel certamen, el equipo azulgrana volvió a sucumbir en su estreno, en un choque trepidante, dramático, que un aguerrido Unicaja de Málaga, con un estelar Darío Brizuela, resolvió en la prórroga. Fue un broche eminentemente copero. Como estuvo a punto de serlo el encuentro del Madrid, cuando el Valencia dispuso del balón en la última jugada para tumbar al gigante blanco. Los taronjas no lograron rematar. Los andaluces, sí. Pura Copa. Que haya un Clásico siempre es bueno para el basket, porque estamos ante los dos mejores equipos de España, que también pelean por serlo en Europa, pero sobre todo ante una rivalidad histórica que trasciende al deporte. Pero no es menos cierto que existe una cierta saturación de Clásicos en el baloncesto, ya van cuatro en la presente temporada. Y que un soplo de frescura como el que ayer nos brindó el Unicaja, siempre es bueno para el espectáculo. Mucho más en la Copa, el mejor escenario para las sorpresas y para los sueños. Este viernes es el turno para el Baskonia, el Joventut, el Tenerife y el Gran Canaria. Sigan soñando...