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Una gran cosecha con imprevistos cosechadores

El Madrid afina la guitarra en el último trecho de la temporada, que le rueda como la seda. Golea, celebra el éxito en la Liga y prepara la final de la Copa de Europa en las mejores condiciones posibles. Solo registra una baja por lesión de larga duración, la de Alaba, aunque su ausencia ha pasado casi inadvertida. A pesar de su prestigio, no se le considera un jugador trascendental, al revés que Courtois y Militao, cuyas lesiones produjeron una extrema inquietud, injustificada a la vista del rendimiento de Lunin y Nacho, dos suplentes que han respondido como titanes. En un equipo de estrellas de la magnitud de Vinicius y Bellingham, dos de los jóvenes más excitantes del panorama actual del fútbol, la contribución de los tapados ha sido excepcional.

Un vistazo a los cinco últimos partidos, contra la Real Sociedad, Bayern, Cádiz, otra vez Bayern y Granada, explica el imprevisto efecto de varios jugadores que parecían destinados a un papel marginal. De los 12 goles que anotó el Madrid, nueve correspondieron a Brahim (tres), Joselu (tres), Güler (dos) y Fran García. Vinicius (dos) y Bellingham, dos titulares con galones de general, marcaron los restantes.

Es evidente que los dos de Joselu frente al Bayern comen aparte en este inventario de goles recientes. Figuran la escala de las noches memorables del Bernabéu. Le concedieron al Madrid un nuevo billete a la final de la Copa de Europa, después de la enésima eliminatoria resuelta al borde del abismo, pero es evidente que Joselu, Brahim, Güler y Fran García no serán titulares en la final de Wembley. Esta certeza explica la trascendental aportación de los etiquetados como suplentes.

Ancelotti se puede permitir los lujos prohibidos durante los duros trámites en la Liga española y la Copa de Europa. En Granada descartó de la alineación a todos los titulares del partido con el Bayern, excepto Rüdiger, que no ha aflojado ni un instante durante toda la temporada. Está construido con acero valyrio. Con la Liga conquistada, en vísperas de la celebración y contra un equipo que todavía boqueaba para mantenerse en Primera, se podía pensar en una relajada actuación del Madrid. Nadie se lo iba a reprochar.

No fue así. El Madrid jugó un excelente partido, de una profesionalidad intachable y una ambición que explica su impresionante recorrido. Una derrota en 35 jornadas tiene el rango de hazaña. El equipo lo sabe y no baja el pistón. Quiere alcanzar los 99 puntos en las tres últimas fechas del campeonato. El récord en la historia de la Liga se sitúa en 100 puntos. Lo consiguió el Real Madrid (2011-12) y el Barça (2012-13). Ningún campeón español ha superado la frontera de 90 puntos desde la temporada 2017-18.

Impresionan las estadísticas del Madrid y el rendimiento de la plantilla. Atrás quedaron las masivas contribuciones de Cristiano en el capítulo goleador y, en menor medida, de Benzema en su última edición. Ningún jugador ha superado la cifra de 20 goles -Bellingham ha sumado 18, Vinicius es el segundo con 13- y el éxito procede del reparto. Han marcado 14 jugadores.

Esta exaltación de lo colectivo se apreció visiblemente en Granada, donde Brahim volvió a destacar. Tiene un apetito enorme por jugar, progresar y triunfar. En cierto modo remite al Vinicius que no hace tanto convertía cada partido en un desafío muy particular. A Güler le toca aprender de este proceso. Ha marcado tres goles en los tres últimos partidos de Liga, goles de mucha clase además, festejados con poca efusividad por sus compañeros. Con Fran García ocurrió lo contrario. La respuesta a su gol tuvo una gráfica vibración.

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