Una enorme oportunidad tirada
La Europa League, para esta Juventus, representaba una oportunidad gigante. Antes que nada, le ofrecía la ocasión para romper su larguísima sequía de títulos europeos (los últimos tres fueron la Champions y la Supercopa de 1996 y la Intertoto de 1999) en una competición en la que tenía el deber de sentirse favorita. En un momento tan incierto y complicado, además, levantar la Europa League suponía una gran certeza. Los juicios pendientes por las plusvalías ficticias, los sueldos aplazados y las relaciones con clubes y agentes podrían quitarle más puntos y, quizás, la participación en los torneos UEFA, pero nada ni nadie le habría arrebatado a la vecchia signora esta copa de sus vitrinas. El Sevilla hizo en su estadio lo que prometió, aunque el plan de Allegri parecía estar saliendo bien hasta el gol de un Vlahovic que tanta falta hizo en este curso. Después, los andaluces demostraron que su grandeza en la Europa League va más allá del nombre de su rival. Una vez más.
Los bianconeri cerrarán su segunda temporada consecutiva sin títulos y solo les queda defender un segundo puesto en la Serie A que podría perder en los juzgados. Sus problemas, no obstante, van más allá de las sanciones. La Juve disputaba la Europa League por su desastrosa fase de grupos en la Champions (hasta cayó con el Maccabi…), cuando no existían castigos. En este verano, con o sin Allegri, tocará revolución.