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Una defensa de papel

El síntoma. Que no era el día para el vigente campeón de Liga quedó claro con lo sucedido en el minuto 97, en el último suspiro de esta traumática resaca de Reyes Magos. Kroos se disponía a sacar el córner para buscar el empate en el último aliento. Courtois, con sus dos metros imperiales, subió al ataque buscando el gol heroico como ya hizo en Mestalla hace tres temporadas (su gran cabezazo permitió luego marcar a Benzema). Todos esperando el balón a la olla. Las gradas de La Cerámica tapándose los ojos ante lo que podía venirse encima. Reina y Albiol gritando a la zaga del Submarino Amarillo para que no hubiese fisuras, con el problema añadido de estar Pedraza cojo en el campo. En ese instante de tensión máxima, Asensio se la pide a Kroos para intentar rematar desde la frontal. El balear remató pifiado, le cortan la pelota y se genera una contra que permite a Danjuma rematar a puerta vacía desde menos de 40 metros. Milagrosamente, el drive se le va fuera. Hubiese sido un gol carne de memes. Ese desastre de jugada refleja el partido que hizo el Real Madrid en Vila-real. Poca intensidad (¡solo seis faltas!), presión desordenada y una defensa de papel con los cromos emborronados por errores individuales y posicionales inexplicables con su calidad. Militao sufrió de lateral derecho (aunque en el Oporto y con Brasil tiene experiencia en la materia), Rüdiger cuajó su peor partido desde que llegó al Bernabéu y Mendy... Fue Mendy.

El 1-0. Ferland es un muro defensivo, pero se empeña en asumir riesgos en ataque que a menudo pasan factura. Nada más empezar la segunda parte, con un 0-0 que sabía a gloria por el pobre juego exhibido del equipo de Ancelotti, Mendy rifó un pase en salida de balón en la zona ‘danger’, que dio paso a una contra eléctrica del Villarreal que acabó con un mano a mano de Yéremy Pino ante Courtois. El belga desvió la pelota de forma espectacular, pero Mendy había corrido desesperado, con mala conciencia, para tapar su error y terminó por meter la pelota en propia puerta. Un desastre.

El Submarino. No soy precisamente del club de fans de Quique Setién. Tampoco lo eran los pesos pesados del equipo amarillo cuando el cántabro aterrizó en Vila-real antes del parón mundialista. La llegada de Setién generó dudas y hasta se especuló con su despido a poco de aterrizar. Pero hay que reconocer que ahora van captando el método y ante el Madrid jugaron con brillantez, intensidad y calidad. Álex Baena, Yéremy Pino y Gerard Moreno hicieron un fútbol trenzado, plástico y digno de aplauso. Y Parejo y Coquelin comandaron la sala de máquinas.

El árbitro. Con las manos me rindo. En El Carrusel nos decía Iturralde que en realidad no era penalti ninguno de los dos. En mis tiempos tampoco lo eran, pero con el Reglamento actual el de Foyth lo es por tener el brazo en alto y extendido (ya da igual que sea involuntaria). Pero el de Alaba pareció un empeño de Soto Grado por compensar. ¿No decían que las manos de apoyo abajo no son penalti? Y luego hubo un golpe sin balón de Parejo al pecho de Rüdiger que el VAR no se atrevió ni a evaluar. Barra libre...

Once extranjeros. Un Madrid sin un solo español en su once inicial (primera vez en sus 121 años de historia) terminó naufragando ante el Submarino. El gol de Benzema no bastó. Tarde para olvidar.

Botella medio llena. Me da rabia la derrota por Mar y Óscar, dos críos de la peña de Lucena del Cid (Castellón) que sufrieron en La Cerámica con su Madrid. Tranquilos. En Getafe perdimos en 2022 el primer partido y luego llegaron cuatro títulos seguidos y la mágica 14. El que no se consuela es porque no quiere...