Un verano de vértigo para reparar tuberías en el Madrid
Al Real Madrid le crujieron las bielas en el Etihad de Mánchester y desde entonces se ha impuesto el modelo cambio, que no revolución. Comienza a despejarse el debate que se ha insinuado en las dos últimas temporadas, entre la vieja guardia y la nueva ola. El pasado año esa cuestión se resolvió magistralmente. El equipo de Modric, Casemiro, Kroos y Benzema, todos por encima de los 30 años, ganó la Liga y la Copa de Europa con la fenomenal aportación de Vinicius, Rodrygo, Valverde y Camavinga. Cada uno de ellos tiene una larga carrera profesional por delante en el Real Madrid, si no fuera porque pertenecen a un club donde la competencia es tan drástica como las decisiones que toma su presidente.
Benzema cierra su larga época en el Real Madrid, histórica por los éxitos del equipo y la influencia del jugador francés, delantero nominal, jugadorazo total. Se advertían señales en el horizonte, síntomas de desaliento en Benzema y de desgaste con el club, nada infrecuente en el periodo final de las figuras, que se aproximan con lógicas inseguridades al peldaño final de su carrera. Se va el delantero centro insustituible en los últimos años, jerarquía acrecentada desde el traspaso de Cristiano Ronaldo a la Juventus en 2018. Creció Benzema y decreció Cristiano Ronaldo, por el paso de los años y por la ausencia de un suministrador como el delantero francés, el más inteligente y el menos egoísta de los jugadores en el césped.
Benzema salió damnificado de la eliminatoria con el Manchester City, el clásico gran enfrentamiento que suele significar un vuelco en la hoja de ruta del perjudicado. Esta vez fue el Real Madrid. De regreso al campeonato nacional, el siguiente partido explicó lo que se movía en el interior del club, el deseo de cambio. Tchouameni fue titular y Camavinga abandonó el lateral izquierdo para ocupar en el medio campo lo que parece su posición más natural.
Pequeños detalles, matices, nada de radicalismos, pero en las tres últimas semanas se ha acentuado la sensación de un nuevo tiempo frente a una época que ya se desvanece. Reunido el puzle, la fotografía final comenta la situación: ya no están Casemiro y Benzema, llega Bellingham a la línea de centrocampistas, se van Asensio, Hazard y Mariano, no está claro el futuro de Nacho y no se descarta alguna baja en el verano.
Continúan Modric y Kroos, dos míticos que probablemente deberán de ajustarse a un nuevo papel, no de suplentes, pero sí de tutores en la línea destinada a Camavinga, Bellingham, Valverde y Tchouameni, jugadores jóvenes o muy jóvenes, de techo muy alto algunos de ellos, enérgicos, pero faltos del sentido táctico y del olfato del croata y el alemán, dos luminarias de la construcción en el terreno de juego.
Con cuatro bajas en la delantera, el Madrid pierde el 50% de su gente en el ataque. El porcentaje se achica porque la suma de Mariano y Hazard ha dado para muy poco. En cuanto a Asensio, ha ofrecido su mejor temporada desde la etapa anterior a su lesión. Perdió con Rodrygo en su pugna por la titularidad, pero su rendimiento aumentó hasta alcanzar un estupendo nivel.
Esta cantidad de bajas obliga a un delicado proceso de intervención en el mercado. El Madrid tiene que fichar bien y eso cada vez resultó más caro en el hiperinflacionado fútbol actual. La pieza clave será el delantero centro. Se habla de Harry Kane, el mejor delantero inglés, o más concretamente, el mejor futbolista inglés, con bastante diferencia. Kane cumplirá 30 años pronto, dato que quizá se valore en el Real Madrid. También habrá que valorar el precio que solicitará el Tottenham, club duro de pelar en estas cuestiones. Hace dos años rechazó 180 millones del Manchester City por Kane. En esta ocasión, el precio también dependerá del interés del Manchester United por fichar al capitán de la selección inglesa.
Menos debatidos, pero reales, son los problemas en los laterales. Carvajal empieza a ofrecer señales de fatiga. A Mendy le cuesta alcanzar el nivel que se exige en el Real Madrid. Son posiciones menos problemáticas en apariencia que el déficit de delanteros. No significa, sin embargo, que no puedan convertirse en vías de agua.