Seguro que este título es especial para Fernando Torres. El que fuera futbolista legendario del Atlético perdió a su padre esta semana y el Niño le habrá dedicado el campeonato liguero que ha ganado con el juvenil. Recuerdo a José Torres en los tiempos en los que el Niño comenzaba. Aún no tenía el carnet de conducir y su padre le acercaba al Cerro del Espino. Amable y respetuoso, tremendamente respetuoso. Callado, con las palabras justas para cada ocasión. Fernando apuntaba a gran futbolista, se vislumbraba que podía ser lo que posteriormente fue. Tiempos de sueños y de esperanzas. A José le gustaba dar los buenos días, charlar un ratillo con la prensa, pero luego, cada uno iba a lo suyo. A los que las redes sociales nos importan poco, añoramos esos años en los que era posible dialogar tranquilamente con un futbolista, con su familia, visitarlo al hospital cuando había sufrido alguna operación importante, tener una relación que iba más allá de un balón…
Me alegro por el Niño. Fue un gran jugador al que tuvimos la suerte de acompañarle en su trayectoria deportiva, pero siempre dije que me quedo con el Fernando Torres persona. Mucho mejor que el futbolista. Infinítamente mejor. Pocas veces le habrá dicho no a alguien que le pidiese una foto, un autógrafo, una firma… Un chico formado en el Atlético, que logró cumplir sus sueños. Y que cuando fue figura se supo comportar acorde con lo que su padre, su familia, le había enseñado. Y acorde con los que posteriormente le supieron aconsejar para que fuera el que fue. Esos valores que siempre mostró el Niño venían desde el seno familiar. El Niño se sobrepondrá y ojalá vaya quemando etapas y algún día le veamos en el banquillo del Atlético. Seguro que seguirá teniendo la ayuda de su padre, aunque ya no se encuentre a su lado.