Un tapón a la justicia
Los árbitros del deporte están concebidos para impartir justicia a través de la aplicación de un reglamento. Como la vida misma. Pero puede darse el caso, y esta semana hemos visto un ejemplo rotundo, que esa aplicación genere una situación de mayor injusticia que la que intenta corregir. Muchos ya habrán deducido que me refiero a la jugada del tapón a Facundo Campazzo en el encuentro de Euroliga entre el Real Madrid y Asvel Villeurbanne. Rebobinemos al martes. Con el marcador igualado, Campazzo penetra en busca de la canasta ganadora, pero recibe un tapón de Andre Roberson y el rebote cae en manos del Asvel. Los árbitros lo interpretan inicialmente ilegal, lo que daba la victoria a los blancos, pero paran el partido para revisar el vídeo, que les empuja a cambiar la decisión: tapón legal. El entrenador local, Pierric Poupet, pide con picardía un tiempo muerto, lo que le permite retomar el partido en zona de ataque con 1.8 segundos. El resto es conocido: Paris Lee anota la canasta vencedora.
El desenlace genera dos tipos de debate. El primero, ¿por qué los árbitros cambian de opinión si la imagen no era lo suficientemente nítida? Pero no quiero incidir en eso, que en definitiva es una interpretación, sino en una segunda cuestión: ¿es justo que la decisión de un juez, acorde al reglamento, provoque una opción ganadora que antes no existía para uno de los contendientes? Si la jugada hubiera continuado como tapón legal, que es lo que finalmente pitaron, el partido normalmente se hubiera ido a una prórroga. Fue en el momento de parar el reloj para revisar cuando se generó un agravio para el Madrid. Insisto: acorde a la norma. En este caso, uno echa en falta un valor que sí tiene el fútbol, pero no el baloncesto: la ley de la ventaja. En el fútbol, las jugadas continúan y luego se rearbitran. No existía esta opción, pero hubiera sido más justa.