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Un problema de bases

La impactante renuncia de Ricky Rubio a la Selección ha generado, al margen de otras consideraciones de índole afectivo, un serio problema en los planes de Sergio Scariolo, que obliga al mago italiano a sacarse de la chistera alguna solución para cubrir una delicada posición. El año pasado, la baja de Rubio fue solventada con la nacionalización de Lorenzo Brown, que se convirtió en una de las estrellas del Eurobasket, donde fue incluido en el quinteto ideal. Al comienzo del curso, el baloncesto español soñaba con una pareja de lujo formada por Lorenzo y Ricky, pero a tres semanas del Mundial se ha quedado sin ninguno. Brown, oficialmente lesionado, ni siquiera entró en la convocatoria. Y Rubio anunció el pasado sábado su retirada provisional para “cuidar la salud mental”. Un palo enorme. Hace un año también hubo una relevante baja en plena preparación, la de Sergio Llull, que se solucionó con la repesca de Alberto Díaz, después de haber sido descartado. Aquel movimiento salió más que bien.

Por eso, las miradas vuelven a proyectarse sobre Scariolo, a quien ya hemos visto otros milagros con su varita. De momento ha llamado al emergente Juan Núñez, de 19 años, que tendrá que acelerar su maduración. En el equipo se mantiene Díaz como base puro. Y luego asoman otros tres comodines que pueden manejar la dirección: Sergio Llull, Jaime Fernández y Alberto Abalde. Todo apunta a que no hay más cera que la que arde, por mucho que algún aficionado se ilusionara con alguna jugada maestra, llámese por ejemplo Chacho Rodríguez. Aquí la única jugada es volver a confiar en la pizarra del seleccionador y en el plus del colectivo. Rudy Fernández, veterano en este tipo de situaciones, con España y con el Real Madrid, ha pedido “respeto” para los 16 jugadores actuales y ha hecho un llamamiento de capitán: “Hay que estar más juntos que nunca”.