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Un partido entre el chicle y el humo

Harto de que le cayera la enésima pregunta sobre Nico, suspiró, tomó aire un segundo y al fin Ernesto Valverde, el hombre sereno, lanzó en Lezama: “¡Qué manía con la historia esta!”. Han sido semanas interminables con cuestiones sobre el pequeño de los Williams. Y, claro, por medio está un club al que tanto ama después de formar parte de él como jugador y entrenador. Está harto, no le han gustado las formas, el acoso y derribo al chaval sin una base económica sólida, pero es tan elegante que una vez más supo salir del laberinto con su magistral sensatez.

Sí dejó para la posteridad su símil con el chicle. Este culebrón se ha estirado tanto que parece una goma de mascar y llega un punto en que es mejor soltarlo y hablar de otra cosa. Ya no saben en el Athletic qué hacer para dejar claro que Nico no se planteó seriamente ir a Barcelona. Mensajes, guiños, vídeos a través de redes sociales... ahora mismo es un símbolo en San Mamés. La mayor estrella. Como anécdota, ayer se hizo esperar la presencia del internacional y el resto del equipo por un problema con el chárter, llegaron con tres horas y media de retraso.

Los clubes se llevan mal por lo que ha pasado este verano, de hecho no habrá comida oficial de directivas porque Uriarte ha declinado la invitación. Estamos ante una prueba de madurez para el chaval. Su entorno frenó el ímpetu inicial por jugar al lado de su colega Yamal. La familia y su agente empezaron a ver que Fútbol Club Barcelona son tres palabras de oro por historia, pero que ahora ese prestigio se sujeta con palillos. Todo ha sido humo y ha acabado disipándose. Viendo lo que está pasando con Olmo, seguro que el 10 resuelve: madre mía, que bien estoy en Bilbao. Ni más chicle ni humo. Disfrutemos de un supercrack.

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