Un parón de selecciones en Yakarta
De repente llegan los partidos de clasificación del Mundial, y muchos protestan porque el mundo se para. Que no pasa nada, dicen...
Leí el otro día a Jim Jarmusch decir que en sus películas se había dedicado a contar lo que pasa cuando no pasa nada. Café y cigarrillos todo el tiempo. Periplos en taxi que al parecer no le importan a nadie, como en Night on Earth. Tiempos (presuntamente) muertos resucitados por el cine. Cosas del indie, pensamos: eso en el fútbol no ocurre. Da la sensación de que el balón rompe ese escaparate porque en el balompié están pasando cosas importantísimas a todas horas, un terremoto en cada momento. Pero de repente llega la famosa ventana (la denominación menos abrasiva) para los partidos de clasificación del Mundial, y muchos protestan porque el mundo se para. Que no pasa nada, dicen.
Qué aburrimiento. Y resulta que, si te gusta el fútbol, la realidad es que solo desaparecen 10 partidos del programa de más de 10.000 encuentros oficiales, desde prebenjamines a Primera División, que tenemos en España todos los fines de semana. ¿No pasa nada? Pues sí que pasa. La vida sigue, chaval. No te olvides de vivir.
Perdón por la digresión, pero cuando oigo eso de “fútbol de selecciones”, como si jugasen a otro deporte, me acuerdo del abuelo gritándole al transistor mientras escuchaba en la radio decir “qué gran cambio de juego de Bernd Schuster”, cuando el rubio alemán hacía un cambio de orientación con el balón: “¿Y ahora a qué juegan, al bádminton?”. Casi lo echo de menos, ante la ultracorrección babazorrista y olívica actual que nos lleva a pronunciar “Athletic Club”, con su perfección consonante, todo el rato. Añoro aquella ligera imperfección, aquella cotidianidad popular. Y que podamos decir que cambia la orientación del juego al llevar el balón a la otra banda como nos dé la gana sin que nos llamen gilipollas.
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Al bádminton juegan en Yakarta, la extraordinaria nueva serie de Diego San José (irundarra y merengue prudente; un futbolero en nuestro cine: albricias), donde tampoco parece pasar nada. Y pasa todo. Con Javier Cámara (un genio, junto a una magnífica Carla Quílez) llegando a la fase final de su vida en la repesca. De Totana a Yakarta, como si todos los días hubiese parón de selecciones.
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