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Un monólogo de Pogacar

El Giro de Italia 2024, que este domingo acaba en Roma, será recordado en la historia por la pompa de su campeón: Tadej Pogacar. Y poco más. Para el organizador es un éxito, sin más matices, dar lustre a su palmarés con un gigante del pelotón. Que lo será mucho más si el 21 de julio se corona también en Niza, para redondear un doblete Giro-Tour que nadie ha logrado desde Marco Pantani en 1998. No debería serle tan fácil como en la Corsa Rosa, sobre todo si Jonas Vingegaard llega en forma tras su accidente en la Itzulia. En igualdad de condiciones, el danés es superior en el Tour, como ha demostrado dos años. Pero ya veremos si esa igualdad se produce. Pogacar arribará con un Giro en sus piernas, y Vingegaard, con las secuelas de su caída. El doblete daría una mayor magnitud al triunfo en este Giro, que ha dominado con mano de hierro, con seis etapas ganadas y una ventaja de 9:56 sobre el segundo, Daniel Martínez, el primero de los humanos, y 10:24 sobre Geraint Thomas. Tampoco la lucha por el podio tuvo gancho.

Poco más quedará para el recuerdo de una carrera que en los últimos tiempos está reñida con el espectáculo o con la emoción, o con ambas cosas a la par. Unas veces por exceso, como ha sido el monólogo de Pogi, y otras por defecto, como fueron los planteamientos conservadores en las victorias de Roglic, Hindley, Tao… La concentración de la dureza en la última semana tuvo aquellos efectos negativos en el desarrollo del Giro, con los oponentes dejando todo para el final. Y el recorte de dureza para enganchar a Tadej ha deparado la consecuencia contraria, un paseo. RCS no tiene tino, o suerte, con estos desenlaces. Quizá porque alrededor de los escasos ilustres que logra seducir, como este Pogacar o aquellos Roglic, Evenepoel o Bernal, no construye una competencia digna. En eso, La Vuelta siempre luce mejor participación que el Giro. Y el Tour es el Tour.

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