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Regalo navideño. Cuando un domingo por la noche, con el frío invernal apretando lo suyo, se acercan más de 70.000 aficionados para ver un partido de fútbol es porque huelen que van a ver cosas grandes y diferentes. En resumen, magia. Eso es lo que destila este Madrid imperial de Ancelotti. Un equipo al que no le afectan las adversidades que surgen por el camino, sobre todo en forma de lesiones graves. Hay tanto jugón en la plantilla que al final, salga el que salga, tira de varita y empieza a surgir esa fantasía que en Navidad deslumbra a los niños. Y a los mayores. En este domingo prenavideño se disfrazaron de Houdini y de Merlin jugadores como Bellingham (Hey Jude!), Rodrygo (otro gol más del brasileño, que sigue en racha), Brahim (De la Fuente, llévalo a la Eurocopa) y Don Luka Modric, el futbolista que susurraba a la pelota, el hombre que tiene un yogur sin fecha de caducidad. Este póker de jugadores se bastó para desnortar a un Villarreal que jugó acomplejado y atrincherado ante lo que se le venía encima. Este Madrid impone mucho respeto. Defiende con intensidad y sentido de la solidaridad, tiene un centro del campo que es una escuela de modales y saber estar con un balón en los pies, y arriba posee unos diablillos que convierten los partidos del Bernabéu en una fiesta apta para todos los públicos. Endrick, a sus 17 años, disfrutó desde el palco de autoridades para saborear la buena vida que le espera cuando fiche oficialmente por el Madrid en julio de 2024. El crío alucinó con el espectáculo que presenció. De niño le hablaban del Brasil del 70 con Pelé al frente. Ahora podrá decir que va a formar parte de un equipazo de leyenda: el Madrid de Carlo Ancelotti...

El genio de Zadar. Modric recibirá este lunes en el Teatro Real el Premio AS al mejor centrocampista de la década. Una distinción más que merecida. Ante el Submarino Amarillo parecía que Luka daba un guiño cariñoso a nuestro periódico para agradecer el merecido detalle que hemos tenido con él. Actuación soberbia, jugando los 94 minutos y poniendo su firma en el 4-1 con un gol que cerró la goleada hasta poner en pie al Bernabéu, que vive un idilio con Modric en un deseo por rogarle para que siga un año más con nosotros. ¡Luka, quédate!

Brahim, maradoniano. Como dijo el gran Pedja Mijatovic en El Carrusel, si el golazo que metió Brahim lo mete Messi, Cristiano o Mbappé, todos los telediarios abrirían con ello. Desde 45 metros se atrevió a romper la cintura a Mandi y, cuando pisó el área, a Cuenca. Dos quiebros dignos de un genio de la lámpara, de un jugador que ha nacido para hacer cosas diferentes. Un gol que se convirtió en un regalo navideño que agradeció una afición que está en estado de efervescencia emocional.

Alaba, mucho ánimo. Todas las historias felices tienen un momento de dolor y de tristeza indisimulada. Cuando la rodilla izquierda de Alaba crujió, el silencio se apoderó del estadio. Muy mala suerte de nuevo con esa lesión maldita que mantiene varados a Courtois y Militao desde que arrancó el curso. Las pruebas médicas confirmaron que el austriaco tiene roto el cruzado anterior. No es normal tanta mala suerte. El que nos ha echado un mal de ojo que lo deje de una vez, por favor.

Durmieron líderes. A la espera de lo que suceda esta noche en Montilivi entre el Girona y el Alavés, el Madrid se acostó líder, obligando al equipazo de Míchel a ganar si quiere recuperar su privilegiada condición. Lo importante es que el Barça ya viaja por la A-7 y el Atleti del Cholo, a la espera de su partido ante el Sevilla de Quique Flores, a ocho. El Madrid ha dado un puñetazo en la mesa de la Liga. Y jugando con magia. Mucha.

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