Hay fotografías que quedarán para siempre grabadas en las retinas no solo de los madridistas, sino de todos los amantes del fútbol repartidos por los cinco continentes. El Madrid de Ancelotti del curso 2023-24 hizo historia en un ejercicio de superación, compromiso y orgullo que nos emocionó a todos los que amamos este bendito deporte. Cómo olvidar la gloriosa irrupción de Bellingham, adornada con dos goles decisivos en sendos descuentos de los Clásicos de Montjuïc y del Bernabéu. O cómo pasar por alto aquel ejercicio de resistencia heroica en el Etihad, aguantando el asedio de 120 minutos del City de Guardiola para alcanzar la gloria en los penaltis con Lunin, Nacho y Rüdiger. ¿Y qué me dicen del doblete agónico y épico de Joselu al encopetado Bayern de Neuer y Kane, con el Bernabéu bañado en lágrimas de emoción? Daba igual que Courtois y Militao se quedaran fuera de la ruta en la primera página del curso. O Alaba más tarde...

Ancelotti fue capaz de convencer a su tropa de que la unión del vestuario y la unidad de propósito acabaría con todas las dificultades. Y así fue. El Barça de Xavi perdió el pulso tanto en la Liga como en la Supercopa de España, mientras que en Europa llegó la 15 con una final solvente y brillante en Wembley ante los ex de Bellingham. Carvajal encarnó el papel de Santillana y Vinicius se coronó como el MVP de la Champions. Un Madrid coral. Un Madrid de premio.

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