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Un doloroso zarandeo

La incompleta planificación de la plantilla, la marcha de jugadores claves insuficientemente sustituidos, el encadenamiento de lesiones, la falta de puntería en el tiro exterior, las lagunas defensivas, el colectivo sin ensamblar, la ansiedad de las malas rachas… Todos los defectos arrastrados por el Real Madrid en la presente temporada, y alguno más, quedaron retratados en la octava jornada de la Euroliga. Ahí llegaban dos equipos en crisis, dos históricos necesitados de ganar para salir de sus respectivos barrizales. El Olimpia Milán, con dos triunfos y cinco derrotas, lejos de los puestos de playoff, venía de perder por 34 puntos en Trento. El Madrid, solo con una victoria más, llegaba de una oxigenante actuación ante el subcampeón de la ACB, el Murcia, su primer éxito de la temporada fuera de casa, pero había que confirmar la tendencia en Europa. Hoy, vista con más perspectiva, aquella fue una victoria de corazón, con el equipo plagado de bajas y de canteranos, una de esas heroicidades que ocurren de tiempo en tiempo. Pero no siempre puedes vivir del arrojo. Hay que ponerle baloncesto.

Milán parecía un buen escenario para lograr el primer triunfo continental como visitante, ante un rival que se presentaba al combate igual de herido o más, pero se acabó convirtiendo en un infierno. Los de Chus Mateo iniciaron el último cuarto a siete puntos y lo terminaron a nueve, aparentemente un resultado similar, pero esos números solo son maquillaje, la realidad encajada en ese periodo fue mucho más cruel, con ventajas italianas que alcanzaron los 22 puntos. No fue solo un partido perdido, fue un zarandeo. Uno de esos días que hacen daño dentro la cancha y que no se recupera fácilmente fuera de ella. El balance del curso es de ocho derrotas y ocho victorias. Hay explicaciones para todo, claro, pero la temporada avanza. Y la dinámica continúa.

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