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Un Clásico menos engañoso de lo que parece

No hay Clásico menor ni sin sustancia, tampoco en Dallas. Tal vez fuera por el influjo americano, pero el partido alcanzó unas dosis de espectacularidad y responsabilidad impropias de la fecha del calendario. Así se dibujó un duelo sin cuartel, disputado con un grado de seriedad absoluto y con picos de rendimiento lógicos, que dejó pistas de lo que el Madrid y el Barça pueden o quieren ser. Ancelotti salió con su rombo y sin Modric ni Kroos. Mucha fibra en la medular, que sirvió para una presión alta, pero que vulgarizó las posesiones del Madrid. La mejoría de Tchouameni se queda corta en la circulación, Camavinga y Valverde necesitan de traductores para sus piernas y a Bellingham todavía hay que darle tiempo más allá de que dejara otra vez trazos interesantes. Más intermitentes estuvieron Vinicius y Rodrygo, que todavía deben acompasarse a ese nuevo rol ofensivo que les toca interpretar. Por eso le costó escudriñar cómo hacer frente al repliegue, en ocasiones intensivo, del Barcelona de Xavi. Hubo pasajes que recordaron ampliamente a aquel partido de Copa del Bernabéu del curso pasado. Queda comprobar si la decisión de retrasar tanto el bloque fue vocacional o si responde a la corta preparación del equipo blaugrana después del virus intestinal que afectó a buena parte de la plantilla. En cualquier caso, no le fue mal esa postura que tanto se aleja de las propias referencias futbolísticas del Barça.

Empezó mejor con De Jong monopolizando el juego. La cercanía de Oriol Romeu en la base en ese 1-4-2-3-1 asimétrico equilibra el método del neerlandés, cada día más apreciado en el Barcelona. Con Pedri y Gündogan por delante con el objetivo de mejorar el juego interior, se pensaba que el Barça aspiraba a tener el balón en campo rival, pero lo perdió rápido y se quedó sin recursos a excepción de las apariciones y carreras de Dembélé. Es lógico el miedo naciente a perder al futbolista francés. No hay jugador en la plantilla con sus cualidades, a las que añadió un celo defensivo inusual en él. Las sufrió Mendy hasta que se lesionó, quedando patente que el lateral izquierdo puede volver a ser un problema recurrente para Ancelotti.

El Madrid fue mejor en el primer tiempo, pero la inercia cambió tras el descanso. El Barça recuperó sus constantes vitales, otra vez a través de De Jong y con Pedri más participativo ante un rival que se desarregló en los saltos. El Madrid perdió el sitio, algo que ni las entradas de Modric y Kroos lograron solucionar del todo aunque quedó claro que tenía más fondo físico como equipo que el Barça. Peor le fue todavía en el balón parado defensivo. El Barça lo remató prácticamente todo y evidenció una fragilidad de su enemigo que cuesta títulos. Son cosas que pasan factura. La expectación no se diluyó, Ancelotti lo intentó hasta el final con Joselu y el 1-4-3-3 y el Barça sostuvo su victoria con un once final irreconocible por los cambios y golazos de Fermín y Ferran. Ganar un Clásico, aunque sea de verano, importa.

Acierto y error

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Rodrygo y Vinicius desatienden el movimiento de Dembélé en una jugada de laboratorio de Xavi. Los brasileños se olvidan de sus funciones y el francés se mete a su espalda para recibir el balón de Pedri.