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Un chollo justo para el Madrid

Era un título obligado y el Madrid fue consecuente con esa exigencia. Aunque era consciente de su absoluta superioridad, lo que sobre el papel siempre puede jugar una mala pasada, su complicidad con la simple posibilidad de hacer historia le evitó de cualquier distracción mayor. El asalto se saldó con una victoria suficiente y clara, atendiendo a los recursos de uno y otro, con un Madrid que empezó mal, se corrigió poco a poco y acabó con otro impulso final a partir de los cambios. Con todo, nunca se vio importunado ante un Pachuca que fabricó bien la jugada, pero cuya toma de decisiones en los metros finales careció de credibilidad. Viendo el estado de Rondón rápidamente se comprobó que no iba a poder dar la cara frente al Madrid.

Ancelotti convocó a sus mejores futbolistas en el once ante lo ostentoso del escenario y se enfadó de primeras por la caraja de su equipo. No fue tan llamativa como la de Vallecas, pero en los compases iniciales actuó con varias marchas menos que Pachuca para afear notablemente su entrada al partido. Poco a poco, ante las facilidades que daba el bloque mexicano cuando la posesión era blanca, llevó el duelo a lo que interesaba. Entre líneas apareció Bellingham sin oposición, y los apoyos de Mbappé nunca fueron controlados con rigor por la zaga de Pachuca. El Madrid jugó muy cómodo, poco apretado Valverde en su conexión con el cuarteto ofensivo. Por dentro no tenía nunca oposición, como quedó refrendado tajantemente en los dos primeros goles. A nivel de estructura, Pachuca fue un bloque muy débil salvo al principio, con un 1-4-2-3-1 que sufrió grietas evidentes en zonas interiores y exteriores. Enfrentarse al Madrid era una montaña rusa a la que no iba a sobrevivir.

Tanto el Madrid como el Pachuca entendieron la diferencia y el partido fue una simple cuestión de rutina. Bellingham, Rodrygo, Vinicius y Mbappé se gustaron en un contexto más que favorable para sus cualidades. Si al talento no se le pone cortapisas, sucede lo que ocurrió. El poco empaque de Pachuca ofreció un camino libre, que también aprovecharon Ceballos, Modric o Brahim cuando fue su turno. Es lo que tiene la Intercontinental, un título que le viene prácticamente dado desde el éxito en la Champions y que solo el Madrid podía perder. Era una noche para cubrir los servicios mínimos y engrosar su glorioso palmarés. Un chollo que el Madrid anteriormente se había ganado disfrutar. De ahí su grandeza.

Un agujero por dentro

Ampliar

Distancia sideral entre líneas de Pachuca, que no aprieta ni al pasador ni al posible receptor. Bellingham se encuentra solo en el interior sin que nadie le encime. Lo tuvo muy fácil para servir el pase en profundidad a Vinicius, que surtió a Mbappé el 1-0.

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