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Un ariete a la antigua nos alivia el trago

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La táctica fue diferente, los jugadores cambiaron y el resultado alivió problemas gruesos. Nada nuevo en la Selección, ahora dirigida por Luis de La Fuente. Lo verdaderamente novedoso ocurrió en los últimos diez minutos del encuentro con Noruega. Un jugador de 33 años, delantero en una multitud de equipos y ahora ariete del Espanyol, ingresó en el segundo tiempo, cuando el partido pintaba feo, y marcó los dos goles que levantaron el manto de preocupación que presidía el juego de la Selección. En su debut, Joselu ejerció de mesías.

Joselu es un delantero más propio de la vieja idea que teníamos del fútbol escandinavo, del noruego, por ejemplo. Alto, poderoso, magnífico cabeceador y muy capaz en el juego de espaldas a la portería -su corpachón es una garantía de éxito en la recepción de la pelota-, ha pasado más de media vida en equipos sometidos a penurias.

Jugó en el Alavés las tres últimas temporadas, hasta que el descenso se volvió irremediable, y esta temporada el Espanyol deposita en él todas sus esperanzas para eludir el descenso. En estas condiciones, es un jugador en perpetua tensión. De los registros de Joselu depende mucha gente.

Este tipo de delanteros, acostumbrados a rendir grandes servicios en equipos con constantes apuros, suelen pasar inadvertidos en el radar de los seleccionadores, con más frecuencia aún en las grandes Ligas de Europa. Se supone que un delantero internacional no debería de estar luchando por su vida en la frontera del descenso. Se trata de un prejuicio instalado en el fútbol desde tiempos inmemoriales, con alguna excepción que otra.

España no cuenta con una colección imponente de delanteros. Ninguno figura en la lista de la compra de los clubes que integran el gotha del fútbol europeo. Otra característica común entre ellos es la edad. Todos han entrado en la treintena: Morata (30), Gerard Moreno (30), Borja Iglesias (30), Iago Aspas (35) y Joselu, que hoy cumple 33.

Diferentes en sus características, no son un martillo del gol. Ninguno ha alcanzado la cifra de 25 goles en un campeonato de Liga y sólo dos (Aspas y Gerard Moreno) han logrado más de 20 goles: Aspas marcó 22 en la 17-18 y 20 en la 18-19; Gerard Moreno anotó 23 en la 20-21. Al fútbol español le faltan goleadores con cifras impactantes. Y la Selección tiene que vivir con ese déficit, que casi se puede considerar histórico. Salvo Villa, que marcó 59 goles en 98 partidos, ningún delantero se ha consagrado como insustituible.

Joselu marcó dos goles de gran importancia para él y para la Selección, que de algún modo sufre en el resto de las líneas el mismo síndrome que en la delantera. Abundan buenos jugadores, faltan futbolistas diferenciales. Frente a Noruega, había expectación por examinar la respuesta del equipo al cambio de seleccionador. Regresaron jugadores que no aparecían en las convocatorias en los últimos tiempos y salieron de las listas varios futbolistas fijos con Luis Enrique, pero todos los que participaron en el encuentro con Noruega eran más que conocidos en la Selección, con la excepción de Joselu.

España decepcionó durante una hora, se achicó ante los noruegos, desprovistos del atómico Haaland, y sólo se desentumeció con el masivo cambio que decretó Luis de la Fuente. Se sentaron los cinco jugadores situados por delante de Rodri (Gavi, Merino, Olmo, Aspas y Morata) y entraron cinco para ocupar posiciones parecidas (Ceballos, Fabián, Yeremy, Oyarzabal y Joselu). Los cambios pelaron el cable y el equipo sintió una nueva electricidad, favorecida por los goles de Joselu, un delantero al que se le consideraba a contra estilo de la Selección, pero que en su primer partido salvó una papeleta más que complicada.