Últimos románticos: Modric, Griezmann...

Retiros dorados. Oriente y Occidente, según las épocas, ofrecen una desembocadura natural a las estrellas del fútbol. No es un hecho reciente. Beckenbauer y Pelé jugaron tres y dos años, respectivamente, en el Cosmos neoryorquino a finales de los setenta y Cruyff pisó la North American League en dos equipos distintos, Los Aztecs y los Diplomats. Aquellos planes de pensiones fueron magníficos para sus beneficiarios, pero no arraigaron el fútbol al territorio. La segunda oleada, con Beckham, Ibrahimovic o Messi, ha sido más productiva, aunque no haya movido de sus tronos a los grandes deportes del país (NFL, NHL, MLB y NBA).

La tentación oriental. Después apareció China, que incorporó fuera de precio de mercado a talento maduro para hacerse potencia también en esto. Aquella llama se apagó pronto. Y ahora aprieta el fútbol árabe, sobrado de dinero y falto de imagen en materia de derechos y libertades, que ha ido más allá. Compra competiciones locales (Supercopa), compra estrellas aún en buen uso (Cristiano, Benzema, Laporte), compra promesas (Gabri Veiga, Rúben Neves) y compra grandes torneos (Mundial). A ese oleaje aún se resisten los últimos románticos del fútbol, aún más necesitados de gloria que de dinero.

Actores secundarios. Modric jugó la temporada pasada menos de la mitad de los minutos que disputó el Madrid y aun así lo puso todo para renovar, incluyendo una enorme rebaja salarial. Griezmann aceptó un año más en el Atlético sabiendo que su titularidad será esporádica y prometiendo poner buena cara. Lewandowski, con 37 años, dijo no a 100 petromillones por temporada para seguir en el Barça aun con la competencia de Ferran. Jugadores oscarizados dispuestos a ser actores de reparto. El mundo de los ‘one club man’ no volverá, pero aún quedan ejemplares de futbolistas que no cambian medallas por monedas hasta el último día. Admírenlos.

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