Trofeos para la eternidad
Un día descubrimos un trofeo Bernabéu bajo las escaleras de las oficinas del Bayern...

Como pasó con la novela e igual que algunos se empeñan en hacer con el cine, muchos certificaron ya la muerte de los torneos veraniegos de fútbol. Un día descubrimos un trofeo (una copa de aúpa) Santiago Bernabéu abandonado bajo una escalera de las oficinas del Bayern de Múnich y nos escandalizamos pero entendimos que algo había cambiado. La sobredosis llegó con aquellos triangulares de Antena 3 en los 90, con el Atlético Mineiro descubriéndonos que la RAE admitía la voz “tángana”, con tilde en la primera sílaba. Ya estragados, ni reparamos en el empacho histórico al que se llegó en 2014, cuando un mismo equipo, el Éibar recién ascendido a Primera, ganó seguidos el Trofeo de la Galleta y el Trofeo Puchero, citas ineludibles del veraneo de Aguilar de Campoo y Alcorcón. Pantagruélico.
Sin embargo igual que siempre esperaremos ansiosos la próxima novela de Galder Reguera, y que muchos aún necesitamos ir al cine como el aire que respiramos, se siguen disputando los torneos veraniegos aunque ya no marquen nuestro latir estival como antaño, cuando daban sentido al calendario: se empezaba por el Teresa Herrera y el Naranja de Valencia, luego los del Norte, de Gijón a Bilbao y San Sebastián, en sus Semanas Grandes; el Ciutat de Barcelona y el Villa de Madrid hacia el 20 de agosto, después les seguía el Gamper, y nos poníamos tristes con el Carranza, que traía el final del verano, justo antes del Trofeo Bernabéu que solía ser el último, antesala de la Liga.
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Ya no medimos los biorritmos agosteños del hincha así, pero los trofeos no han muerto, muchos siguen disputándose, a veces reavivados con la frescura pujante de los equipos femeninos de fútbol. O con el orgullo de los modestos, como el emblemático Torneig d’Històrics del fútbol catalán, organizado por el mítico Futbol Club Martinenc de Barcelona, que goza de perfecta salud y, mientras afronta su edición de 2025, ya prepara, con el impulso del presidente David Alonso, su 50 aniversario. Como aquella afortunada traducción española de la película A Man for All Seasons, que convirtió la frase hecha del inglés (Un hombre para todas las estaciones) en Un hombre para la eternidad, el fútbol es para todas las estaciones. También para el verano: el fútbol es para la eternidad.
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