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Trejo y James, cuando la magia está asegurada

“Cómo no voy a sonreír si aquí soy feliz”, reflexionaba Trejo en Instagram, en respuesta a una foto con su eterna sonrisa. La evidencia de que saborea cada instante, cada partido, como si fuera el último. El capitán —lleve o no el brazalete— sigue conservando su magia y sacándose de la chistera filigranas imposibles, pases para enmarcar... Detalles que bien valen una entrada. El tiempo no perdona y, a sus 36 años, hay que dosificarlo, pero el Chocota aún tiene mucho fútbol. Es uno de los mejores jugadores de la historia de la Franja y un líder silencioso, como bien le definió otro mito, Míchel. Lo es por gestos, como lucir las iniciales de Juan Pedro Navarro, el fallecido director de cantera, en su camiseta.

Vallecas no tiene ídolos y aborrece los egos y la arrogancia, por eso Trejo se ha convertido en un símbolo. La humildad al servicio del talento. El ejemplo por el que transita James, otro súper clase del Rayo. Una estrella al más puro estilo Falcao, dispuesto a enfundarse el mono de trabajo para volver a enamorarnos. El colombiano ha desatado la locura, pero él parece ajeno a la tormenta, porque sólo le importa un estruendo: el del Rayo. Ese del que Simeone destaca a Isi, Camello, De Frutos y Álvaro. Ese que encuentra la fuerza en el colectivo y en un vestuario que es una familia. A la que se suma la hinchada, que reconoce la magia y también el compromiso, que celebra cada triunfo como si fuera el último y que en plena Jamesmanía sigue reivindicando a Trejo.

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