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Toc, toc, ¿está el Athletic por ahí?

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Lo de la visita al dentista se queda corto, cortísimo con la debacle de ayer en el Camp Nou. Los leones comparecieron sin piños, sin dentadura postiza, casi sin encías, por el temor a que las caries del Barça les abrasaran dolorosamente las muelas. No comparecieron y así les fue. Daban ganas de aporrear la puerta para sacarlos de su madriguera temblorosa: ‘Toc, toc’, ¿está el Athletic por ahí? Pues que salga que le están esperando para jugar un partido. Pues nada, un año más, y van 22, sin ganar en el coliseo culé. Con el espíritu de ayer, pasarán como mínimo otros 22 hasta que los leones se larguen con el botín de los tres puntos.

Fue algo parecido a lo del Villarreal. Si mentalmente no asumes el primer gol, estás apañado. En diez minutos todo quedó resuelto, el daño era irreparable. La desconexión fue una aspirina para el Barcelona. Y no es que faltara contundencia, es que no se llegaba a tiempo, y cuando ocurre esto, los pases del rival son puro toreo.

Yuri no está aún para estos miuras. Dembélé es una centella y el lateral no anda todavía en plenitud de ritmo ni con su explosividad característica. Los goles vinieron por ese costado y por ahí empezó a estropearse la noche. Un equipo que aspira a Europa no puede salir así de desangelado a un foro en donde lleva décadas arrodillándose. Valverde iba con ganas tras la mala salida que le dispensaron. E Iñigo quería doctorarse en su próximo campo. Ni uno ni otro estuvieron bien. La pifia de Ter Stegen dio la opción de maquillar ligeramente el castigo, pero definitivamente no era el día. Deberían prohibir que se jugaran los Barcelona-Athletic y Madrid-Sevilla, porque todo el mundo sabe cómo van a acabar.