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El Madrid de la triste figura.- Así se definía al Quijote en un pasaje de la legendaria obra de Miguel de Cervantes. Y así se puede definir al Madrid de esta Champions, errático, sin respuestas en ataque y acostumbrándose a perder de una forma desesperante. Caer ante el Liverpool puede entrar en la ecuación, pero el vigente campeón está pagando los patinazos ante Lille y Milan. Cuesta mirar la clasificación y aceptar que el equipo esté el 24 en esta nueva Champions que se le está atragantando a los blancos como si fuese una pescadilla llena de espinas. Hace apenas dos años conquistamos Anfield con un 2-5 imperial. Da mucha rabia ver cómo se ha desfigurado tanto ese equipo campeón en el que cada ataque era un verso con rima consonante gracias a las genialidades de Vinicius (el auténtico The Best) y Benzema, con el aroma de su Balón de Oro conquistado con toda justicia. También se echa mucho en falta a Rodrygo y, especialmente, a Carvajal. No porque Valverde no lo hiciese bien en su lugar, sino porque Carva mete un espíritu de combate a los blancos que se echa en falta en cada partido que pasa. Me dirán, y lo entiendo, que el Liverpool era el peor rival que nos podía tocar en plena plaga de lesiones, a la que hoy se incorporó Camavinga. Pero en el Madrid no hay excusas. No puede ser que tengamos que agarrarnos siempre a las heroicidades de Courtois para no lamentar un resultado más frustrante...

El penalti.- Me he prometido en estas dos últimas semanas resetear mi cerebro y darle de nuevo toda mi confianza a Mbappé. Tengo un buen amigo, que sabe bastante de fútbol, que me tiene dicho que tenga paciencia con Kylian, que la acabará rompiendo. “Tomás, no olvides lo que pasó con Zidane en su primer año”. Y eso he hecho. Esperarle. Pero en Anfield el parisino ha vuelto a desaprovechar un toro que tenía una lidia perfecta para sus cualidades. Con Arnold en el banquillo, no aprovechó la dolorosa ausencia de Vini para adueñarse de ese perfil izquierdo en el que debería ser demoledor. Pero no lo es. Tiró un par de diagonales, pero le falta confianza para terminar las jugadas. Y ya sé que los penaltis sólo los fallan los que tienen el valor de tirarlos. Pero si eres la estrella teórica del proyecto y un penalti que te metía de nuevo en el partido lo tiras tan blandito y facilón para el portero, es que algo está pasando por su cabeza. Está bloqueado. Como dijo una vez Florentino en El Chiringuito: “Este Mbappé no es mi Mbappé”. Aún así, haré caso a mi amigo. Te sigo esperando, Kylian. ¡Pero date prisa!

Cocigaláctico’.- En un acto de ingenuidad, quisimos alimentar el espíritu de una posible victoria en El Rincón de Toñín ‘El Torero’ con la presencia récord de 30 comensales, algunos incluso llegados desde California. Ahí estaba mi admirado José Ignacio, amigo personal de Clint Eastwood, y su hijo Mateo, de 15 años, que alucinó con el cencerrazo de Toñín (su calva se quedó tan colorada como la de Guardiola tras el 3-3 con el Feyenoord) y los cánticos por soleares de un crío de 11 años con una voz muy parecida a la del mítico Joselito. Por la pantalla de televisión disfrutamos con la Youth League y el triunfo del Juvenil de Arbeloa (0-1) sobre los canteranos del Liverpool. Era el mejor aperitivo para soñar con una conquista de Anfield, acompañado de unos garbanzos irrenunciables, morcillo, chorizo y unas espléndidas puntas de jamón. Pero la digestión se nos cortó en seco cinco horas después. El Liverpool nos dio un tortazo de realidad. Por cierto, Van Dijk queda libre en junio. Florentino, ¡fíchalo!

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