Su Majestad Karim Benzema
El fútbol fue justo con este artista con botas. El Balón de Oro había caído en zona de desprestigio al concederle el curso pasado a Messi el preciado trofeo pese a que tanto Lewandowski, en el Bayern, como el propio Benzema, con el Madrid y con Francia, habían hecho más méritos que el argentino para conquistarlo. Pero esta vez todos se han rendido a la evidencia. Karim hizo una Champions gloriosa, insuperable, majestuosa, con dos hat-tricks para la eternidad (al PSG en el Bernabéu y en Stamford Bridge al Chelsea) y un liderazgo que convirtió su brazalete en un símbolo de orgullo y poderío.
Benzema se ha reinventado varias veces en su carrera y, tras la marcha de Cristiano a Turín en 2018, dio diez pasos hacia adelante, asentó su vida personal y familiar, empezó a cuidar su cuerpo como si fuese un jarrón de porcelana y entregó su sentido del deber y su compromiso incondicional a ese escudo que defiende en su pecho desde hace 13 años. Karim ha sido el gran capitán de la 14 y de la Liga 35. Pichichi de Europa (15 goles) y de España (27). El ‘minino’, como le llamaba Mourinho, se convirtió en un Tigre de Bengala que ha rugido con fiereza en la jungla del fútbol para reivindicarse como lo que es ahora mismo: el mejor delantero del mundo. Un 10 que juega de 9. Un transformismo que no está al alcance del resto...