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Sorloth frena otro recital del campeón

El placer del gol.- Hoy día es un lujo ver un partido que acaba 4-4. En un fútbol tan programático e informatizado, que los jugadores se salgan de los cinturones estadísticos y jueguen a su libre albedrío se agradece como espectador, aunque imagino que Ancelotti y Marcelino deben estar echando espuma por la boca por las fragilidades defensivas mostradas por sus equipos en La Cerámica. El brillante campeón de Liga se encargó de demostrarlo en un primer tiempo primoroso, mientras que el Submarino Amarillo hizo lo mismo en el segundo gracias al recital de Sorloth, un Haaland presuntamente ‘low cost’ que dio un recital y acabó dando un hachazo a la lucha por el pichichi. De hecho, el tanque del City no lleva mejor temporada que su compatriota. Habrá que seguirle la pista más de cerca...

La batuta de Modric.- En el primer tiempo el croata fue el director de orquesta con unas triangulaciones maravillosas con Brahim, Güler y Lucas Vázquez. Aunque los cuatro sean teóricos suplentes, su capacidad para manejar y tejer el juego fue descomunal. Marcelino se desesperaba viendo que no había manera de frenar esa línea de magos que destrozaban la zaga amarilla con un par de toques. Así llegaron los goles de Joselu (tras banana precisa de Lucas Vázquez), del propio Lucas (¡debe ir a la Eurocopa sí o sí!) y un doblete de ese niño de la lámpara llamado Arda Güler...

Turquito de mi vida.- Lo de Güler es otro nivel. Este prodigio ve puerta con la misma facilidad con la que yo devoro una paletilla de lechal. De sus siete tiros a puerta en Liga, seis goles y un larguero en Pamplona. Brutal. Tiene algo especial. Define con la serenidad de un veterano. Zurda de seda. Va a poner muchas veces al Bernabéu en pie. Un fichajazo por sólo 17,5 millones de euros. Otro más en la nómina de jóvenes talentos que tiene este proyecto que aventura conquistas ilimitadas.

Añorando a Míchel.- Ahora que estamos a la espera de que Toni Kroos rompa su silencio y anuncie que se queda un año más en el Madrid, otro 8 ilustre y mítico de la historia blanca, Míchel, recordó hoy cómo el 19 de mayo de 1996 jugó en el Bernabéu su último partido con el equipo de su corazón. El club no le hizo un homenaje como merecía, pero él tuvo la gallardía de liderar el triunfo sobre el Mérida (4-2) con un doblete y un partidazo. Cuando fue sustituido todo el Bernabéu se puso de pie. Él se fue besando el césped en una imagen icónica y entre lágrimas de emoción y dolor por no irse como merecía su talento nos dejó con un bagaje brutal: 559 partidos, 130 goles y un porrón de asistencias que no aparecen por no haber estadísticas tecnológicas en esa época. Luka Modric lleva 532 partidos de blanco, por lo que superará a Míchel en este próximo curso que el destino nos ha regalado con el inigualable genio croata.

Pensando en Wembley.- La afición madridista reparte sus solicitudes de vídeo para las comuniones y bodas habituales en esta época añadiendo un grito de guerra: “¡A por la 15 en Wembley como mejor regalo!”. Por eso esta gran Liga 36, que ya está en la buchaca, va por madridistas admirables como el abuelo Vitalio, de Villar del Olmo, que a sus 90 años no se pierde un partido del Madrid de sus amores. Tampoco me olvido de los peñistas de Lucena del Cid, Azahar, Onda, Benicarló, Benicàssim, Segorbe y Betxí. Sois muy grandes. El próximo finde, ante el Betis, test definitivo antes de Londres. ¡¡¡Vamos!!!

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