Simpatía por Cruyff y por los Stones
En 1973, cuando Johan Cruyff llegó al FC Barcelona, Michael Philip Jagger tenía 30 años y era, como el holandés, el rey flaco del mundo. El inglés acababa de grabar con su banda dos monumentos como ‘Sticky Fingers’. y ‘Let it Bleed’, había realizado una gira americana descomunal, otra en Europa y tuvo tiempo de realizar un viaje a Nicaragua para llevar a cabo labores humanitarias tras el terrible terremoto que asoló Managua aportando la recaudación de 350.000 dólares de un concierto por las víctimas que los Stones tocaron en Los Angeles. Por si fuera poco, ese mismo año, concretamente el seis de febrero del 73, el gobierno polaco declaró oficialmente a Jagger “persona indeseable” por sospechar que en un concierto en el Palacio de Cultura y Ciencia de Varsovia y en su estancia en el Hotel Europejeski, tanto él como algún miembro de la banda (quizás Keith Richards) podrían haber consumido estupefacientes. Unos linces los policías polacos.
Ayer por la tarde, el inmortal de Dartfod, aterrizó en Barcelona, donde a ratos reside Ron Wood. A ambos se les espera, o no, en el palco del Estadi Olímpic de Montjuïc esta tarde. Son del Arsenal, pero son los Stones. Eso que Florentino se pierde, que podría hablar con alguien de su quinta en el descanso (Mick es cinco años mayor). De Keith Richards, como era de esperar, ni noticia. Si aparece, puede hacer una gran pareja con Laporta. Pero Keith llega cuando quiere y como puede.
En caso de aparecer, veran jugar al Barcelona con su camiseta con el logotipo de los Stones el día que se cumplen 50 años del debut de Johan con el Barcelona. Memorias de pelos de lechuga, pantalones ajustados, vacilones y provocadores. Las peores pesadillas de los padres hechas canción y fútbol. Los que cambiaron el fútbol y la música. Simpatía por Cruyff, simpatía por los Stones.
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